25/07/2025
🤔 ¿Te suena esta historia?
«Alex siempre fue una persona llena de curiosidad y energía. Le encantaba salir, practicar deportes ir a conciertos, dibujar, cantar y compartir tiempo con la familia. Pero un día, las apuestas deportivas entraron en su vida y poco a poco lo fueron ocupando todo.
Al principio, solo apostaba pequeñas cantidades en partidos importantes, más como un juego entre amistades que como algo serio. Se emocionaba con cada acierto y celebraba sus pequeñas ganancias. Pero con el tiempo, el juego dejó de ser un simple entretenimiento. Cada partido se convirtió en una oportunidad de ganar más, de recuperar lo perdido, de intentarlo otra vez. Empezó a apostar cada vez más, incluso en competiciones que no conocía bien.
Los sitios web de apuestas online estaban al alcance de su mano, disponibles a cualquier hora. Comenzó a seguir páginas de pronósticos, ver estrategias y convencerse de que, si jugaba con inteligencia, ganaría. Pero la “suerte” es caprichosa y, cuando perdió una cantidad importante, no pudo detenerse. Pensaba que con una apuesta más podría recuperar todo. Y así, sin darse cuenta, entró en una espiral peligrosa.
Las apuestas no solo consumieron su dinero, sino también su tiempo y le restaron a su vida. Se distanció de sus amistades. En casa, dejó de compartir con la familia en las comidas y se encerraba en su habitación con el móvil en la mano. Las notas empezaron a bajar. No dormía bien, vivía con ansiedad, pendiente de los resultados de cada partido.
Hasta que un día, la realidad le/la golpeó. Me buscó en la cocina, titubeante, con los ojos enrojecidos y las manos temblorosas. Se sentó a mi lado y, después de un largo silencio, dijo en voz baja: Mamá, no puedo más. No sé cómo salir de esto.»
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