01/01/2024
Ha sido un año intenso, salvaje. A veces, caótico, pesado y oscuro. A veces, chirriante y absurdo, tan delirante que me dio material para escribir historias tronchantes. Otras veces, fue sorprendente y alucinante como un helado de menta granizada. Y tan suave y amoroso como una mantita de algodón. Escribo desde el privilegio de haber sorteado riesgos y deshecho los nudos acompañada. De sentirme siempre cuidada, amada, sostenida y rescatada.
Este año aprendí, pifié y tuve aciertos.
PRIMERA PARTE
Lo que aprendí
Relativizar. El otro día escuché una charla en la que un neuropsiquiatra decía, que las personas de América Latina somos dramáticas. Yo supongo que el contexto en el que crecemos y la larga historia de novelas que vimos, hace que tengamos una María la del Barrio o Morelia ya incorporada. Mi aprendizaje en esta parada es que todo es relativo, lo mires por donde lo mires. La vida es como los toros: cuestión de distancia y bajarle un poco el volumen al DRAMA.
“Nada es absoluto. Todo cambia, todo se mueve, todo gira, todo vuela y desaparece“ (Frida Khalo)
Habita la duda.
Esta gran sabiduría llegó de la boca de una buena amiga, que por cierto este año fue paciente escuchando toda mi rumiación de pensamientos. Lo esencial es vivirlo todo.
Sé paciente con todo lo que aún no está resuelto en tu corazón
Trata de amar tus propias dudas
en sí mismas
como a habitaciones cerradas o libros escritos en un lenguaje desconocido
Lo esencial es vivirlo todo
vive ahora las preguntas
tal vez así
poco a poco
sin darte cuenta
puedas algún día
encontrar las respuestas (Rainer Maria Rilke)
“Cuanto más quieres controlar tu vida, más pierdes el control. Cuanto más te rindes, más te conviertes en el amo de tu vida. El momento en el que estás a punto de rendirte, es el momento antes que el milagro suceda”
(Sri Sri Ravi Shankar)