22/11/2025
En el reciente Congreso Nacional de Psicoterapia de la a los que felicito una vez más por la programación y organización, el tema principal fue 'la identidad y la diversidad'.
Un tema imprescindible para entender el dolor emocional que atendemos en nuestras consultas y atañe a este presente cada vez más polarizado que estamos viviendo.
Somos seres en continua construcción, que nos vamos tejiendo con los hilos de nuestras relaciones y ojalá entendamos realmente su importancia.
Desde todas las corrientes terapéuticas vimos como las identidades se sienten frágiles, como si el ritmo del mundo nos deshiciera poco a poco por dentro. Vivimos rodeados de cambios rápidos, exigencias imposibles y una sensación difusa de no tener un lugar claro donde pertenecer. En esta realidad, especialmente los jóvenes, sienten un vacío que duele: la falta de un abrazo honesto, una mirada que sostenga, y vínculos que muestren “estás a salvo aquí”.
Cuando el mundo se vuelve hostil, todas buscamos refugio en grupos o ideas que prometen pertenencia, lo necesitamos, y esto es peligroso y polarizante. A veces por falta criterio crítico, y a menudo por falta de calidez humana donde reconocer nuestra vulnerabilidad.
Por eso desde la psicoterapia, la comunidad, la amistad, la familia, la humanidad misma, tenemos una tarea urgente, poner los vínculos y en consecuencia los cuidados en el centro. Crear lugares donde la diversidad no sea amenaza, sino riqueza; donde escucharnos sea un acto imprescindible; donde las identidades puedan construirse desde el respeto y la conciencia.
Quizá éste sea el objetivo de nuestra época, volver a encontrarnos. Ser un poco más refugio, cultivar la ternura en nuestras palabras, en nuestros gestos, en nuestra forma de mirarnos y quizás así abrir paso a un mundo menos violento, menos solitario, más humano.
Al final, la identidad nace allí donde alguien nos sostiene con amor y para ello el sistema ha de proporcionar las condiciones adecuadas, cuál elegimos??