20/12/2025
Odontología: detenernos para saber hacia dónde caminamos
Es sábado. Sin teléfono. Sin WhatsApp. Solo el silencio necesario para enfrentarnos a una pregunta incómoda pero imprescindible:
¿Estamos aportando realmente lo mejor de nosotros mismos a la odontología?
Nuestro sector avanza en tecnología, en materiales, en protocolos digitales… pero, paradójicamente, arrastra muchos de los mismos vicios del pasado. La prisa, la inmediatez mal entendida, la banalización de procesos complejos. Y lo más preocupante: la dificultad para concienciar tanto a pacientes como a profesionales de que la excelencia no se improvisa ni se acelera.
Hagámonos una pregunta sencilla:
¿Alguien conoce a un constructor capaz de levantar una finca en quince o veinte días?
Entonces, ¿por qué aceptamos que tratamientos odontológicos complejos deban resolverse en tiempos irreales?
Somos técnicos dentales. Somos clínicos. Y, sobre todo, trabajamos con personas.
Cada caso, cada trabajo y cada PACIENTE necesita su espacio, su análisis y su tiempo. No existen atajos cuando el objetivo es la calidad, la funcionalidad y la durabilidad.
Desde mi isla sigo defendiendo un concepto que, lejos de ser una moda, es una necesidad: la odontología slow.
Una odontología donde el paciente tiene nombre y apellidos.
Donde el técnico dental también tiene nombre y apellidos.
Donde cada fase del tratamiento se respeta, se comprende y se valora.
Cada vez son más los casos en los que, simplemente observando mejor, analizando con calma y añadiendo una o dos citas más, se alcanza ese objetivo que todos decimos perseguir: la excelencia. No la rapidez. No el volumen. LA EXCELENCIA
Mi evolución profesional a lo largo de los años me ha llevado a cuestionarlo todo: procesos, tiempos, creencias y rutinas. A reinventarme. A derribar lo aprendido para volver a construirme. Pero siempre con el mismo pilar fundamental: el paciente.
Quizá ha llegado el momento de parar. De mirar hacia dentro. Y de preguntarnos, como gremio, si el camino que recorremos es realmente el que queremos dejar como legado.
Porque avanzar no siempre significa ir más rápido.
A veces, avanzar significa detenerse, pensar y hacerlo mejor.