Javi Psicólogo

Javi Psicólogo Duelo y plenitud. Estoy aquí para ti, para llorar, aprender y pasarla bien. Aparecerán posts cuando me figure la vida.

Ilustremos un principio humano: no sé que hacer sin ti. ¿Le dijiste esto a alguien alguna vez? Sin ti no soy nada. Te ne...
06/08/2022

Ilustremos un principio humano: no sé que hacer sin ti. ¿Le dijiste esto a alguien alguna vez? Sin ti no soy nada. Te necesito. Virgencita, que me quede como estoy. He aquí el ansia de no cambiar, de quedarse quieto. Ser una losa de granito en el camino, serena e imperturbable, hasta el punto de renunciar a vivir sin ti, necesitarte, no ser nada.

Seguro que muchas veces sentiste que, tras un gran cambio en tu vida, te invadía la incertidumbre. “¿Qué será de mí tras la ruptura?” te preguntas, o tras perder mi trabajo, o tras la muerte de un ser querido. Te viste al borde del precipicio o navegando a oscuras por aguas desconocidas. Sin embargo, aquí estás. Saliste adelante. Encontraste un nuevo camino.

La resistencia al cambio es algo poderoso. Nos aferramos a una forma de ser, una forma de vivir, y enterramos hondo las alternativas. Nos convencemos de que no existen. Esto puede ser un compromiso con el amor que aguanta vendavales, o con una meta. También puede ser aferrarse a la infelicidad o al dolor porque es el terreno conocido.

Y aunque esto pueda verse muy dañino, no es algo contra lo que luchar. Si alguien se empeña en ser losa de granito, empeñarte tú en moverla no hará nada. Convencer a tu amig@ de que debería dejar a su novi@, sin el cual dice no puede vivir, es casi imposible. Hay que animar a la persona a ser algo distinto de la losa. Tomar su impulso de vivir de otra manera y alimentarlo, su deseo de hallar estabilidad de otra manera, y apoyarlo.

Ella te hace tilín y un día, con voz inquieta y temblorosa, te dice que le gustas, que quiere estar contigo. Sientes que...
24/07/2022

Ella te hace tilín y un día, con voz inquieta y temblorosa, te dice que le gustas, que quiere estar contigo. Sientes que el tiempo se detiene y no existe en ese instante más que ella y sus palabras.

Junto al lecho de muerte de tu abuelo, tu mamá te dice con contenida frustración que nunca le perdonó por aquella afrenta de hace tantos años, pero ahora ya no tiene sentido seguir enfadada. No puedes evitar levantar la mirada para verla. Sus palabras resuenan en tu cabeza y por todo tu cuerpo como campanadas. Sientes su dolor y, en cierta medida, alivio.

Cuando una persona habla desde el corazón y con plenitud pareciera que el mundo se parase. La autenticidad llama a escuchar y a ser auténtico de vuelta. La plenitud genera energía para los que están alrededor y lleva a estar presente aquí y ahora. Los momentos más felices o hermosos de nuestras vidas suelen tener este cariz. Momentos de entrega total donde uno siente que algo hace click, y todo tiene sentido, aunque sea por un segundo.

Relacionarse con los demás es algo que traté de aprender como una habilidad, entrenando y practicando, como aprender a n...
25/05/2022

Relacionarse con los demás es algo que traté de aprender como una habilidad, entrenando y practicando, como aprender a nadar, pero así sólo llegué hasta donde las aguas de la intimidad llegan al tobillo. Al tratar de controlar, usar técnicas, trucos, centrarme en el resultado de la interacción en vez de en la interacción en sí, eventualmente me di cuenta que estaba luchando contra la corriente todo el tiempo, y a veces obtenía lo que quería, pero sin apenas ver lo bello que esconde el profundo océano.

Temía no saber donde terminaría si me dejaba llevar por la marea, aunque en el fondo sí lo sabía. Aprendí que si me abro al otro y le escucho de verdad, si me abro a mí mismo y me escucho de verdad, sé por donde van las olas, cual viejo lobo de mar. Al fin y al cabo en el fondo todos los humanos queremos cosas parecidas, y nos afectan e importan cosas semejantes. Amor, amistad, trabajo, familia, etc.

Igual de este modo se asumen riesgos, porque tengo defectos y sé que si me dejo llevar saldrán a la luz, y será evidente el rechazo y el disgusto. Por ejemplo yo soy intenso e invasivo y me volví en exceso precavido y temeroso para no fastidiar al resto. Evitaba ser invasivo, pero a la vez, no me implicaba con los otros. De un modo u otro dejarse llevar implica ser transparente, y es bello cuando el agua está limpia de ese modo y ves el fondo fácilmente desde la superficie. Ese es, además, el único modo en el que uno puede aprender a relacionarse mejor con los demás, a no hacerles o no hacerte daño con tus defectos. Aconsejo moderación con esta práctica, como ser intensito que soy, porque tampoco es cool estar fastidiando con mi intensidad a la gente todo el rato para aprender a no ser tan intenso.

Mis papás me jodieron, y los tuyos a ti también, aunque no lo creas. Quizá incluso te jodieron justo por no joderte lo s...
05/09/2021

Mis papás me jodieron, y los tuyos a ti también, aunque no lo creas. Quizá incluso te jodieron justo por no joderte lo suficiente, al no darte suficiente chicha de trauma y frustración que te motive a crecer y superarte. Dos rasgos principales del ser niño son la vivencia de omnipotencia, poder con todo y ser inmune a la muerte, y la dependencia absoluta de los progenitores, no para comer o aprender hábitos de vida básicos, sino para ser persona. De nenes absorbemos como esponjas lo que los adultos a nuestro alrededor dicen y hacen. Eventualmente al hacernos mayores nos damos cuenta también de lo que no dijeron, y lo que no hicieron. Nos quedamos prendados de eso, les culpamos de nuestros males o les indultamos demasiado rápido. Al final esto queda como una aferramiento escondido a ser niño, haciendo que nuestro mundo aún dependa y gire alrededor de los papás con la fantasía de que, quizá si ellos hubieran sido diferentes, sí que habría podido con todo, conservaría mi omnipotencia y sería aún inmune a la muerte, de alguna manera.

De un modo u otro la muerte existe, hay límites y nos jode verlos en los papás, porque refleja que los tenemos nosotros también. Entra aquí la magia del perdón y el agradecimiento. Dejar ir el aferramiento al trauma, dejar el papel de víctima de las limitaciones de papá y mamá y por tanto aceptar las propias, y ser de verdad un adulto. Esto no pasa por “indultar”, quitar leña al fuego: que mis papás son los mejores, que lo que hicieron no fue para tanto, etc. En esto hay también un sentido de omnipotencia y de “yo puedo con todo”, creer que podemos ignorar o desechar el dolor fácilmente.

Y aquí esta el valor de la terapia, que proporciona un espacio donde puedes ir a odiar a tus papás, a rebelarte aunque sea simbólicamente, a sentir el dolor, llorar y notar en la piel desnuda cuánto te jodieron. Si no pasas por el dolor, no puedes apreciar plenamente lo bueno que sí hicieron por ti, agradecer y perdonar.

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La Señorita Muerte viene a comer sin avisar. No le importa si tienes trabajo u otros planes. Es ruda, maleducada e imper...
28/08/2021

La Señorita Muerte viene a comer sin avisar. No le importa si tienes trabajo u otros planes. Es ruda, maleducada e impertinente. Cuando alguien fallece casi siempre es como un frenazo, o una colleja inesperada. En cierta medida la hemos vuelto así a fuerza de ignorarla y sólo hacerle caso cuando más nos jode, es como un niño que hace cosas malas para llamar la atención porque sólo le miran para echarle la bronca.

La muerte al final es el cambio más brusco, y el límite más grande al que nos enfrentamos, y cada día vivimos evitándola, a veces de forma deliberada, a veces sin darnos cuenta. Necesitamos estabilidad y hacemos esfuerzos para que las cosas no cambien. Nos miramos al espejo y creemos ver a la misma persona que había ayer, y nos vamos a dormir tranquilos sintiendo que mañana seremos lo mismo. Vivimos sin ver o sin querer ver que tenemos tiempo limitado. Nos creemos que los límites no existen, que podemos posponer y posponer las cosas porque simplemente lo podremos hacer mañana. De alguna manera estamos hechos para vivir así. No podemos evitar vivir evitando, y confrontar que moriremos lleva toda una vida.

La Señorita Muerte al final va a ser siempre seca e inesperada, y si nos pasamos ignorándola: ruda, impertinente y maleducada. Sin embargo, la Señorita Muerte puede portarse bien, si le hacemos caso de cuando en cuando. La muerte lleva irremediablemente a apreciar y valorar la vida, y sentir cada momento como un regalo.

La terapia es para que te gustes, no te gastes o al menos te disgustes a gusto. Para que rías lo que te falta por reír y...
20/08/2021

La terapia es para que te gustes, no te gastes o al menos te disgustes a gusto. Para que rías lo que te falta por reír y llores lo que te queda por llorar. Completud, satisfacción, fumar la p**a de la paz contigo mismo, lo que no significa que la vida será todo vino y rosas. Una buena terapia hace que todo siga igual pero distinto. Erosiona la roca tan de a poquito que apenas se dé cuenta que se va convirtiendo en una suave y curvada piedra de río. Los histéricos seguiremos siendo histéricos y los obsesivos seguirán obsesionándose. Los depresivos se recuperarán pero tendrán que llevar cuidado a donde van, que hacen y con quien se juntan, como los que superan adicciones, para no verse en una recaída, y aprender a relevantarse y volver al camino. El buen cambio suele no ser evidente para nosotros mismos. “¡Cómo has crecido!” exclama la abuela, y te sorprende porque tú te sientes igual, y te ves igual.

Solía practicar artes marciales en otra vida, particularmente Aikido, un arte defensivo. El maestro con el que inicié la...
13/08/2021

Solía practicar artes marciales en otra vida, particularmente Aikido, un arte defensivo. El maestro con el que inicié la práctica ponía énfasis en los ritos y tradiciones japonesas asociadas, lo cual a mí entender es típico en el mundo del Aikido, ya que no es un arte marcial deportivo. Parte de la tradición conlleva pasar la mayoría del tiempo en que no estás realizando un ejercicio sentado en posición “seiza”, de rodillas con los glúteos apoyados sobre los talones. Es una postura incómoda y hasta dolorosa para los occidentales, normalmente no acostumbrados a sentarse de ese modo, y yo no era una excepción. Ante mi obvio sufrimiento en las primeras clases, mi maestro me dijo, en tono casual y sarcástico: “no te preocupes, que te duelan las rodillas es normal, se te pasará en unos 5 años, más o menos”. Toda la vida recordaré esa frase, y como se la decía a todos los alumnos nuevos, casi como un desafío.

Así mi maestro expresaba que aprender a “estar” toma tiempo, que el Aikido no se domina fácilmente, la práctica continuada es clave, y que el trabajo toma energía y frustración. Todo esto comprimido en un comentario jocoso. Fue una buena lección de vida para mí, una que sentí a menudo en mis rodillas y mis músculos en aquellos años. Probablemente si mi maestro hubiera explicado todas estas cosas de manera racional no sólo no me habría causado tanto impacto sino que ya lo habría olvidado. A menudo el peso de la experiencia es más valioso que las ideas o moralejas que trae, que por mucho que expliquen, no representan bien las lecciones aprendidas.

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La salud y la paz mental se construyen de a poquito como este texto se construye palabra a palabra. Es fácil ver el resu...
06/08/2021

La salud y la paz mental se construyen de a poquito como este texto se construye palabra a palabra. Es fácil ver el resultado, las frases que tienen sentido, la idea general. Tú ves este texto y no te planteas las partes que borré, cambié o corregí; o los momentos en los que me quedé en blanco. Cada paso es importante. El camino recorrido, el lugar al que llegaste generalmente brilla más que un sólo paso, igual que el conjunto de ideas aquí presentadas oscurecen el valor de cada palabra discreta. El todo es más que la suma de sus partes.

Sin embargo sin cada palabra no hay texto ni post lindo de instagram, y sin cada paso no hay camino ni meta. En la terapia lo importante son los pasos. Uno acude a veces esperando grandes cambios, pero la clave está en cada palabra que vas escribiendo, corrigiendo, borrando, día a día aplicando lo que vas aprendiendo a situaciones de tu vida. Aprendiendo a poner límites, tomarse pequeñas cosas de forma diferente, que luego se convierten en grandes cosas.

A modo de ejemplo: digamos que te llevabas mal con tu madre. Un día en terapia descubriste exactamente lo que te duele, aprendiste a expresar tu rabia/dolor hacia ella, luego a contenerlo. Eventualmente puedes entender su perspectiva, aprendes a escucharla, a perdonarla y a dejar ir algunos rencores. Empiezas a redescubrir como ella es, recuerdas algunas cosas buenas del pasado y aprecias lo que has aprendido de ella, y quizá hasta descubres como compartir y disfrutar con ella. Ahora te llevas genial con tu madre. Fíjate en todo el proceso, sin contar idas y venidas. Puntos donde te cierras, puntos donde te pasas o te quedas corto. Y es así con todo, ir remando, picando piedra, poco a poco.

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03/08/2021
¿Cuáles son tus raíces? Seguro que pensar en ello te llevo a algún sitio. Quizá a donde naciste, a donde te criaste o do...
23/07/2021

¿Cuáles son tus raíces? Seguro que pensar en ello te llevo a algún sitio. Quizá a donde naciste, a donde te criaste o donde está tu familia. Sin embargo, a menudo tus raíces son tú. Cuando duermes las horas que necesitas, te cuidas, disfrutas, te expresas, vives en contacto con el mundo que te rodea. Todo esto te permite enraizarte lejos de tu familia, de tu país o tu hogar de nacimiento. Existen, además, formas de echar raíces únicas para cada uno: admirar el paisaje en el bus de vuelta a casa, escuchar tu música mientras te relajas, cocinar, hacer las actividades sencillas que nos gustan, que vuelven nuestro el lugar en el que estamos.

Cuanto me gusta ser yo, aunque mi pasatiempo favorito sea no gustarme. ¿Para qué sirve no gustarse? Puede ser una rebeld...
28/06/2021

Cuanto me gusta ser yo, aunque mi pasatiempo favorito sea no gustarme. ¿Para qué sirve no gustarse? Puede ser una rebeldía, pues estoy encerrado en mí. Sin embargo, la imaginación nos permite estar en el otro. Imaginar lo que el otro piensa y siente, hasta predecir lo que va a hacer. En realidad vemos en el otro un reflejo de nosotros, como en un espejo. Cuando nos encontramos pensando “que guay es ser esta otra persona” no nos damos cuenta que él/ella también somos nosotros. Estamos viendo algo que nos gustaría ser o tener, un conflicto que nos gustaría resolver que creemos resuelto en el otro. No gustarnos, ansiar lo del otro, ambos apuntan a asuntos pendientes, conflictos no resueltos y deseos de ser.

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Tocar el oboe en soledad, conectar con la música. Ver el móvil en soledad, conectar con las personas que están lejos, o ...
18/06/2021

Tocar el oboe en soledad, conectar con la música. Ver el móvil en soledad, conectar con las personas que están lejos, o con la cultura, a través de memes y redes sociales. Cuando estás solo, ¿estás realmente solo? Viajas en coche al trabajo conectado con el tráfico a tu alrededor. Estás en la ducha, pensando en lo que vas a hacer o lo que te pasa, conectado con tu alter ego de fantasía en el futuro o en el pasado. A veces sentimos la soledad o simplemente desconectamos, pero eso no es estar solo de verdad. Estar solo es realmente estar con uno mismo, sin más ni más. Esto es meditar y es dificilísimo. Sólo cuando te quedas quieto, parando el pensar, vives realmente el estar solo. Esta experiencia calma y centra. Descansas del pensar, del contacto con los demás, la ansiedad, etc. y al mismo tiempo es angustiante, pues te lleva hacia el cuerpo, lo que sientes aquí y ahora, el palpitar, el respirar y otras tantas pruebas de que eres mortal, humano y limitado.

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Hay quien se acomoda en ser rey y quien se acomoda en ser víctima. Ambos son juegos que buscan conflicto y esconden angu...
12/06/2021

Hay quien se acomoda en ser rey y quien se acomoda en ser víctima. Ambos son juegos que buscan conflicto y esconden angustia. El rey quiere que le digan “no eres tan bueno” para contestar “sí que lo soy”. La víctima quiere replicar “pero no ves lo mal que estoy”. Los humanos crecemos jugando y de adultos seguimos haciéndolo. Es un juego de roles, de ser “el bueno” o “el malo” según necesitemos. Así acomodamos el presente a lo ya conocido. Lo que se repite, las piedras con las que tropiezas una y otra vez, te darán pistas de a que juegas y cual es tu papel. El sufrimiento repetido esconde goces: la seguridad de transitar territorio conocido, la esperanza de cerrar una herida vieja.

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07/06/2021
07/06/2021
Hubo un día en que tu mamá o tu papá te alzó en brazos, te dejó en el suelo, y nunca más te volvió a alzar. Hay un ansia...
04/06/2021

Hubo un día en que tu mamá o tu papá te alzó en brazos, te dejó en el suelo, y nunca más te volvió a alzar. Hay un ansia escondida de desear ser querido como lo fuiste, ser importante y cuidado por el mero hecho de existir. A menudo el dolor y el trauma remite a este pasado ideal y borroso. Nos lleva a enfrentar que los papas no eran perfectos, que son personas. Aceptar que hay algo que perdimos y que no podemos volver a tener. Es el duelo que siempre nos acompaña. No importa el éxito, los viajes o las aventuras, todas las cosas que tengamos o consigamos. Ese vacío no se llena, aunque es humano tratar de llenarlo. Soñamos con un futuro donde conseguir ciertas cosas nos dará felicidad y tranquilidad, viviendo en cierta medida como si fuéramos niños, volviendo de alguna manera al principio.



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¿Eres culpable de tu cáncer? Mucha gente siente que sí. ¿Fue tu culpa que alguien a quien querías falleciera? Muchos sie...
28/05/2021

¿Eres culpable de tu cáncer? Mucha gente siente que sí. ¿Fue tu culpa que alguien a quien querías falleciera? Muchos sienten que sí, independientemente de la responsabilidad real que tengan. Esto es una reacción normal a la pérdida. Es la lucha contra la impotencia; necesitar sentir que el mundo es un lugar coherente y consistente, que hay reglas y tenemos el control. La pérdida duele tanto que nos enfada, y a falta de un objeto afuera contra lo que dirigir la rabia, esta gira hacia adentro, en forma de culpa. En la mayoría de casos la persona eventualmente se da cuenta que la pérdida no es su culpa, aunque es importante que esa persona satisfaga esa necesidad de control, pues así calmara su angustia y podrá enfrentarse mejor al duelo. A menudo tenemos el impulso de decir “no es culpa tuya” porque no nos gusta verle sufrir, y esto no siempre es lo más conveniente. Por otro lado, ¿qué ocurre cuando alguien sí es responsable de su enfermedad, o de la muerte de un ser querido? ¿Quieres que te cuente sobre esto?



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