25/08/2025
En las relaciones de abuso, el maltrato no siempre termina con la ruptura. Muchas veces, la persona abusadora encuentra en los hijos la manera perfecta de seguir ejerciendo control y mantener un vínculo con su expareja. Los niños dejan de ser vistos como sujetos con necesidades propias y se convierten en herramientas: se usan como mensajeros de conflictos, como excusas para manipular, como trofeos para mostrar poder o incluso como castigos para hacer daño al otro progenitor.
Esto tiene un enorme impacto en ellos: viven atrapados en un conflicto que no les corresponde, sienten ansiedad, culpa y miedo, se ven obligados a “elegir” entre papá o mamá, y terminan confundiendo amor con manipulación. El objetivo del abusador no es el bienestar de sus hijos, sino prolongar su poder y control a través de ellos.
Pero es importante recordar algo: los niños no son armas, ni monedas de cambio, ni trofeos de una guerra que no les pertenece. Lo que realmente les protege es el vínculo seguro y auténtico que construyes con ellos día a día: un lazo basado en amor, respeto y presencia. Esa conexión, aunque el otro intente manipular, siempre será más fuerte que cualquier estrategia de abuso.