22/11/2018
Durante muchos años no hacía más que compararme con otras mujeres, con mujeres que admiraba y que me parecían más inteligentes, guapas y atractivas que yo. Mujeres que parecían vivir la vida que yo siempre había deseado. Y me moría de la envidia. No era envidia sana, era envidia cochina. Pura y dura. Sentía que ellas tenían algo que yo no tenía: más dinero, más contactos, más foco, más disciplina. Y esto me hacía vivir con una sensación de frustración constante, una frustración tan fuerte que se colaba por los poros de mi piel y se reflejaba en todo lo que hacía. Una frustración amarga que venía a visitarme por las mañanas con la siguiente reflexión: “Si yo se que soy capaz de hacer algo grande con mi vida…¿por qué me boicoteo sistemáticamente? ¿por qué me esfuerzo tanto en ser mi obstáculo número uno? ¿por qué estoy tan confundida y soy incapaz de avanzar?” Perdida, desesperada, llena de impotencia…con la sensación permanente de que por mucho que intentase avanzar, siempre volvía al mismo sitio. Punzadas de dolor que me recordaban que la vida pasaba y que algunas oportunidades no volvían. Quizá sepas de lo que estoy hablando. Hasta que un día me di cuenta de que todo eran excusas. Patéticas excusas. Me di cuenta de que yo ya tenía todo lo que necesita para crear la vida que estaba deseando. Que esas mujeres no tenían nada que yo no tuviese. Me di cuenta de que lo que pasaba en realidad es que estaba mu**ta de miedo. Miedo a no ser lo suficientemente buena, miedo al fracaso, miedo a equivocarme, miedo al que dirán… Así que tomé la decisión y me puse en marcha, empecé a dar todos esos pasos que me hacían sentir tan incómoda, esos pasos en mi día a día que me daban tanto miedo…exponerme al rechazo, a la crítica, al juicio, al fracaso. Pasos que me hacían conectar con la parte más enfocada, valiente y fuerte de mi misma. Y lo que pasó fue que empecé a hacer cosas que nunca antes hubiese imaginado. Y al pasar a la acción desde este nuevo nivel de consciencia, mi vida empezó a transformarse de una forma radical. Esto hizo que empezase a confiar cada vez más en mi misma y en mi incuestionable capacidad para afrontar cualquier cosa que la vida me echase, y de crear la vida con la que llevaba soñando años. Y quizá estés leyendo esto y pienses que yo tengo algo que tú no tienes. Y eso no es cierto. Déjate de excusas. Me da exactamente igual que tengas un millón de pruebas que te demuestren que no tienes lo que hay que tener o que estás sin un duro (y siempre lo estarás) o que tienes demasiado miedo o que no eres capaz de centrarte en nada o que no tienes disciplina o que eres perezos@...no, no me importa. Porque tienes la capacidad de transformar tu vida y de , de convertirte en la persona más fuerte, valiente y enfocada que conoces. Porque eso ya está dentro de ti. Solo tienes que saber cómo sacarlo. Es más fácil de lo que piensas. Yo te enseño cómo. Porque quiero ayudarte.SALTA A LA PISTA, una experiencia de aprendizaje única e y está compuesta de cuatro pistas diferentes a las que vamos a ir saltando para aprender, entre otras cosas: • Un hábito diario muy sencillo que puede cambiarte la vida. Y no es la meditación. El elemento clave que te permite superar todas tus limitaciones y del que nadie quiere hablar. La razón principal por la que estás malgastando tu vida. Y cómo solucionarlo Por qué no deberías salir nunca de tu zona de confort sino hacerla más grande. ¿Y por qué saltar a la pista? Porque en la pista es donde están las oportunidades, esas oportunidades que, si las coges, hacen que tu vida se catapulte hacia adelante.
Quiero ayudarte