11/12/2024
GATO: UNA HISTORIA DE PURO AMOR
Gato (así se llama), la mascota de nuestros vecinos se convirtió en un miembro más de nuestra familia desde el momento en que llegó hace diez años. Él nos “adoptó” y empezó a visitarnos cada día, ofreciéndonos su compaña cálida y amorosa. Gato no solo se conformó con cruzar el umbral de nuestra puerta, sino que hizo de nuestra casa su hogar, quedándose a dormir muchas noches y llenando el aire con su presencia tranquila y llena de luz. Es un gato especial: mimoso cómo pocos, de una inteligencia que sorprende, y tan hermoso que parece sacado de un cuadro. Mirarlo es un placer, pero sentirlo ronronear en nuestro regazo o ver como venía a la puerta por la mañana, es de hecho como si el día solo comenzara después de saludarnos, haciendo que nuestro corazón se llenara de gratitud.
Ahora, con el cambio a nuestra nueva casa, quedamos con una honda tristeza en el corazón. Nuestra casa y el jardín que Gato hizo suyo se transformarán en breve en un edificio totalmente reformado, y el jardín desaparecerá. En pocos meses tendremos que trasladarnos a la nueva vivienda que compramos recientemente. Esta realidad, aunque inevitable, nos llena de honda tristeza. Sentimos una desgarradora disonancia: por una parte, infinita gratitud por los años que nos dio Gato; por otro, el dolor de saber que ya no compartiremos con él el día a día. Su presencia fue un regalo, un ángel peludito que nos acompañó en los momentos buenos y en los no tan buenos, siempre ofreciendo su amistad incondicional.
Sus dueños, nuestros vecinos, son personas adorables que lo quieren con locura, pero Gato tiene un corazón tan grande que consiguió hacernos sentir que todos formamos parte de su familia. Es un vínculo único y maravilloso, un reflejo del amor que los animales pueden traer a nuestras vidas. Escribo con lágrimas en los ojos…
Las mascotas tienen un don que los humanos solo aspiramos a alcanzar: amarnos sin condiciones, ofrecernos compañía sin exigencias y recordarnos cada día lo que significa “vivir el momento en plenitud”. Gato nos enseñó a reír con sus pequeños gestos, a valorar las pausas y a encontrar belleza en una mirada cálida y comprensiva.
Ahora que nos despedimos de él, llevamos con nosotros no solo los recuerdos, sino también las lecciones de amor y alegría que nos dio. Porque las mascotas, como Gato, son mucho más que “animales”: son familia, son luz, y son una prueba viva de que las conexiones más puras no entienden de palabras, de reinos ni de especies. ¡Cuánto tenemos los humanos que aprender de ellos!
Gracias, Gato, por ser parte de nosotros. Nunca olvidaremos tu cariño ni lo que significaste en nuestras vidas… nunca, mi pequeño.
"Shimi, suave sol,
en tus ojos, el mundo.
Adiós, mi amigo".
(“Haiku” dedicado a Gato)
Javier y Amparo