31/03/2025
Y como todo termina, llegó el momento de volver a casa, han pasado 34 días desde que llegamos a esta tierra sagrada, India, y el corazón se me llena de gratitud y felicidad al recordar cada paso de esta increíble experiencia. Llegamos buscando aprender sobre yoga, ayurveda, masaje abhyanga, marma terapia y shirodhara, pero, como suele pasar en este viaje, lo que realmente encontramos fue mucho más: una transformación profunda, un renacer espiritual y físico que nos marcó para siempre.
Rishikesh, la ciudad de Shiva, nos recibió con sus paisajes majestuosos y la energía vibrante de los ríos y montañas. Esta es la ciudad donde el mismo Shiva, el dios de la transformación y la meditación, eligió meditar en soledad, y es fácil entender por qué. Aquí, las aguas del Ganges fluyen como un recordatorio constante de la pureza y la conexión con lo divino. Cada rincón de esta ciudad resuena con la devoción, la paz y la sabiduría que solo un lugar tan especial puede ofrecer.
Los profesores y profesionales que nos guiaron en este camino fueron excepcionales. Nos ofrecieron no solo sus conocimientos, sino su amor y dedicación. Gracias a ellos, cada práctica de yoga, cada respiración, cada masaje y cada terapia nos permitió conectar con nuestra esencia y entender que somos parte de algo mucho más grande. A todos los maestros que decidieron transmitir estos conocimientos sagrados con tanto cariño, les damos las gracias desde el fondo de nuestro ser.
Y claro, no podemos olvidar a nuestros compañeros de viaje, un grupo maravilloso de personas que, además de compartir esta experiencia única, se convirtió en una familia. Entre risas, meditaciones y a veces algunos desafíos, formamos lo que cariñosamente llamamos el "sudaca floor", un pequeño rincón del Ashram donde cinco sudamericanos compartimos una planta y, a través de nuestras vivencias y conversaciones, nos apoyamos y reímos juntos. Qué divertido y especial fue sentirnos tan unidos, a pesar de las distancias que nos separan en el mundo.
Al mirar atrás, me siento profundamente agradecido con Dios, con la Madre Tierra, con Ganga, la diosa del río, por habernos permitido vivir este viaje. Y por supuesto, con cada uno de los maestros y sabios que, a lo largo de los siglos, han dejado estos conocimientos ancestrales para que hoy podamos seguirlos, practicarlos con amor y devoción, y llevarlos con nosotros en cada paso de nuestra vida.
🙏Namaste🙏