15/11/2025
Cada día miro el cielo.
Si existiera una escalera hacia las nubes, la subiría sin miedo, solo para verte un momento y volver con tu abrazo guardado en el pecho.
Dicen en la medicina tradicional china que el alma continúa su camino, que nada se pierde, que lo esencial siempre permanece unido a nosotros. Y aun así… tu ausencia pesa. La vitalidad no es la misma, mis ojos no brillan igual, y hay una parte de mí que camina más lento desde que te fuiste.
Y en medio de este bajón, me descubro como terapeuta y como hijo.
Me pregunto: ¿cómo me curo yo, si siempre soy yo quien acompaña a los demás?
¿Cómo uso mis propias técnicas si, esta vez, la tristeza toca un lugar que ningún conocimiento puede sostener?
He comprendido algo: el profesional sigue en mí, pero el hijo está herido.
No puedo exigirme neutralidad cuando el alma se me ha partido en dos.
No puedo hipnotizarme para no sentir, porque este duelo no se “arregla”: se atraviesa.
Hoy subo esta escalera imaginaria para decirte lo que no pude:
Gracias por tu vida, por tu fuerza, por tu amor.
Sigo aquí, aprendiendo a vivir con tu ausencia…
y acompañado por tu presencia más profunda.
Hay una parte de ti que vive en mí.
Y una parte de mí que siempre te buscará en el cielo.