
18/06/2025
Muchos me dicen:
“David, ¿por qué das consejos, hablas de política, defiendes causas y opinas desde tu clínica?”
Y yo les contesto con sinceridad:
Porque ese soy yo. Esa es mi persona. Esa es mi vida.
Nací con un espíritu de lucha. Estudié para ser policía y trabajé en vigilancia y seguridad mientras sumaba puntos para seguir ese camino. Pero la vida, con sus giros —personales y físicos— me obligó a cambiar de rumbo.
Y en medio de todo, entendí algo: Dios me mostró otra forma de ayudar.
Más dura, más sacrificada, con más dolor y menos estabilidad que la vida de un funcionario, que a día de hoy reconozco y valoro. Pero elegí esta profesión con el corazón.
Porque ayudar a sanar también es defender, y desde aquí sigo haciendo lo que siempre quise: proteger, servir y aportar a los demás.
Antiguamente, los médicos chinos no solo cuidaban la salud. Eran sabios consejeros de emperadores y del pueblo. Buscaban el equilibrio, la reflexión y el bienestar colectivo.
Esa es mi visión hoy: no separar la salud del alma, del pensamiento ni de la verdad.