Un Camino con Corazon

Un Camino con Corazon Terapias Complementarias, Clases, Cursos, Talleres, Productos Naturales y Ecológicos, Minerales. Profesionales Cualificados.

14/11/2021

Un guerrero, primero debe saber que sus actos son inútiles y, a pesar de ello, proceder como si no lo supiera. Ése es el desatino controlado del chamán.
Un guerrero vive de actuar, no de pensar en actuar ni de pensar qué pensará cuando haya actuado.
Un guerrero elige un camino con corazón, cualquier camino con corazón, y lo sigue, y luego se regocija y ríe. Sabe, porque ve, que su vida se acabará demasiado pronto. Sabe, porque ve, que nada es más importante que lo demás.
Puesto que ninguna cosa es más importante que otra, un guerrero elige cualquier acto y lo actúa como si le importara. Su desatino controlado le lleva a decir que lo que él hace importa y le lleva a actuar como si importara, y sin embargo él sabe que no es así; de modo que, cuando completa sus actos, se retira en paz, sin preocuparse en absoluto de si sus actos fueron buenos o malos, si dieron resultado o no.
El hombre corriente se preocupa demasiado por querer a otros o por ser querido por los demás. Un guerrero quiere; eso es todo. Quiere lo que se le antoja o a quien se le antoja, sin más, porque sí.
Un guerrero acepta la responsabilidad de sus actos, hasta del más trivial de sus actos. El hombre corriente actúa según sus pensamientos y nunca asume la responsabilidad por lo que hace.
El hombre corriente es o un ganador o un perdedor y, dependiendo de ello, se convierte en perseguidor o en víctima. Estas dos condiciones prevalecen mientras uno no ve. Ver disipa la ilusión de la victoria, la derrota o el sufrimiento.
Un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera; y mientras espera no desea nada, y así cualquier cosa que recibe, por pequeña que sea, es más de lo que puede tomar. Si necesita comer, encuentra el modo porque no tiene hambre; si algo lastima su cuerpo, encuentra el modo de pararlo porque no tiene dolor. Tener hambre o tener dolor significa que el hombre no es un guerrero, y las fuerzas de su hambre y de su dolor lo destruirán.

26/07/2021

El árbol genealógico también se poda.

Corta la relación con tus familiares hirientes.
Ámalos pero aléjate si ya no suman.
No todas las madres y los padres aman
y defienden.
Algunos solo Luchan
por sus ideales personales.
Hay familias tan hirientes y dañinas
Que la distancia se convierte el único remedio para sanar.
Hay ti@s enloquecidas que vuelcan
en nosotros su ira,
su rencor y sus heridas.
Hay padres a quienes
no les importamos
Ni antes, ni ahora, ni nunca.
Hay herman@s crueles
Abusivos, violentos y que se
Creen con derecho sobre nosotros.
Hay familiares que traicionan que
Roban, hablan mal, chismorrean
y envidian lo nuestro.
Hay familiares que quieren verte bien,
pero jamás querrán verte mejor
que ellos, que se reúnen
para hablar mal de ti y entre ellos consolarse haciéndote ver a ti
como el malo de la película.
Que hacen bandos
para desacreditarte,
pensando que así son mejores que tu
Hay Hij@s que no aman a sus propios padres, que son groseros,
que están con ellos porque
les conviene y para obtener
alguna ganancia.
Hay familias sólo están para nosotros cuando les conviene y Para seguir usándonos en Nombre de la sangre que nos une.
Es importante hacer una reflexión
dejemos también de romantizar la familia,
la pareja, los padres, los hermanos
Necesitamos crecer, evolucionar,
sanar... poner límites.
Es necesario ver la Sombra,
el lado oscuro de nuestro Árbol
y tener la fortaleza para Alejarnos
de lo que nos ha dañado.

Tenemos que ser nuestra prioridad
y dejar de sufrir por familiares
que solo nos roban la energía...
Cada quien que se haga cargo
de su vida, reconocelos...
pero no formes parte de sus heridas,
su ira, su abandono, su hipocresía,
su manipulación...

Los amo a todos...
pero me necesito lejos de ustedes.

(desconozco la autoria)

20/01/2021

Cualquier cosa que te moleste te está enseñando a ser paciente. Cualquier cosa que te haga enojar te está enseñando a perdonar. Cualquier cosa que te haga odiar te está enseñando a amar. Cualquier cosa que no puedas controlar te está enseñando a dejar ir. JACKSON KIDDARD

10/01/2021

In light of the recent natural disasters and climate changes, now more than ever must we praise Mother Earth on a deeper level. "Sacred" is the most importan...

29/02/2020

COR BRUCKNER BARCELONA 👏👏👏

16/01/2020

El mundo es todo lo que hay aquí encerrado: la vida, la muerte, la gente y todo lo demás que nos rodea.
El mundo es incomprensible. Jamás lo entenderemos; jamás desentrañaremos sus secretos.
Por eso, debemos tratarlo como lo que es: un absoluto misterio.

Las cosas que la gente hace no pueden, bajo ninguna condición, ser más importantes que el mundo.
De modo que un guerrero trata el mundo como un misterio interminable, y lo que la gente hace, como un desatino sin fin.

09/01/2020

No te comparo con nadie Carezco de expectativas Pero me gusta pasar contigo cada momento No quiero promesas Prefiero una sonrisa cada día No recordaré ningún beso cuando te bese Pero sé que los tuy…

21/12/2019

Se esconden bestias en tu boca Hay fuegos deseando quemar en tus ojos Deseos nunca confesados quieren ser quemados en tu piel Se para hasta el aire cuando me rozas Se eriza mi alma cuando me tocas …

10/12/2019

La gente feliz es la que no tiene tiempo para chismorrear sobre la vida de otros, porque está demasiado empeñada a realizar propios sueños.

06/12/2019

Don Juan definió el silencio interno como un estado peculiar de ser en que los pensamientos se cancelan y uno puede funcionar a un nivel distinto al de la conciencia cotidiana. Hizo hincapié en que el silencio interno consistía en suspender el diálogo interno -el compañero perenne del pensamiento- y debido a eso, era un estado de profunda quietud.

- Los antiguos chamanes -dijo Don Juan- le llamaron silencio interno porque es un estado en el cual la percepción no depende de los sentidos. Lo que funciona durante el silencio interno es otra facultad que posee el hombre, una facultad que hace de él un ser mágico...

22/11/2019

Los cinco atributos del guerrero son: control, disciplina, refrenamiento, facultad de escoger el momento oportuno y voluntad. Estos cinco elementos pertenecen al mundo privado del guerrero que lucha por perder su importancia personal. El sexto elemento, que es, quizás, el más importante de todos, pertenece al mundo exterior y se llama el pi**he tirano. Un pi**he tirano es un torturador. Alguien que tiene el poder de acabar con los guerreros o alguien que simplemente les hace la vida imposible.

Los cuatro (primeros) atributos es todo lo que se necesita para tratar con los peores pi**hes tiranos. Mi benefactor siempre decía que el guerrero que se t**a con un pi**he tirano es un guerrero afortunado. Sabemos que nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero como el tratar con las personas imposibles en posiciones de poder.

08/10/2019

Tu cuerpo envejece sin tu permiso.
Tu espiritu envejece si tù lo permite.

(Cit)

07/10/2019

Don Juan sostenía que nuestro mundo, que creemos ser único y absoluto, es sólo un mundo dentro de un grupo de mundos consecutivos, los cuales están ordenados como las capas de una cebolla.
Él aseveraba que aunque hemos sido condicionados para percibir únicamente nuestro mundo, efectivamente tenemos la
capacidad de entrar en otros, que son tan reales, únicos, absolutos y absorbentes como lo es el nuestro.
Don Juan me explicó que para poder percibir esos otros reinos, no sólo hay que desear percibirlos, sino también poseer la suficiente energía para entrar en ellos.
Su existencia es constante e independiente de nuestra conciencia, pero su inaccesibilidad es totalmente una consecuencia de nuestro condicionamiento energético.
En otras palabras, simple y llanamente a raíz de este condicionamiento estamos compelidos a asumir que el mundo de la vida cotidiana es el único mundo posible.
Seguros de que sólo nuestro condicionamiento energético es nuestro impedimento para entrar en esos otros reinos, los brujos de la antigüedad desarrollaron una serie de prácticas designadas a re acondicionar nuestras
capacidades energéticas de percepción.
Llamaron a esta serie de prácticas, el arte de ensoñar.
Con la perspectiva que el tiempo me da, ahora me doy cuenta de que la descripción más apropiada que don Juan le dio al ensueño fue llamarlo "la entrada al infinito". Cuando lo dijo, comenté que su metáfora no tenía
ningún significado para mí.
-Descartemos las metáforas -concedió-. Digamos que ensoñar es la manera práctica en que los brujos ponen
en uso los sueños comunes y corrientes

04/10/2019

Acechar los apegos
En el camino del conocimiento, el acecho es el principio de todo lo que aprende el guerrero.
Lo primero que aprende es que tiene que acecharse a sí mismo sin compasión, con astucia, paciencia y simpatía.
Acecha a su importancia personal y todo aquello que desgasta la energía que requiere para penetrar en lo desconocido.
El acecho implica adoptar una conducta inusual que rompa con
los apegos rutinarios.
Al hacerlo así, de manera enfocada y continua, a la larga el guerrero afloja la fijeza del punto de encaje, forzándolo a moverse.
Es una práctica que evita hacer del acecho un asunto trivial, caprichoso y malicioso Por el contrario, es el saber combinar sobriedad y armonía
al momento de actuar impecablemente, lo que hace del acecho un verdadero arte.
En realidad, el arte del acecho, es el arte del desatino controlado. Si los guerreros lo llaman acecho, es por la facilidad de decirle acechador a quien domina este arte.
Es un saber que usan para protegerse en su lucha por alcanzar la libertad total. Un brujo, en cambio, convierte su acecho en una maniobra de poder para hacer toda clase de cosas buenas o nefastas a las personas que se cruzan en su camino.
Por lo tanto, ser brujo, es como ser zapatero o panadero.
Sólo los guerreros videntes buscan ser hombres y mujeres de conocimiento.
Su acecho es un arte de sobriedad pues tienen un sentido pleno de responsabilidad con el mundo que les rodea.
Los guerreros actúan con absoluta sobriedad en todo lo que hacen. De ahí que para ellos, el acecho es un modo de conducta responsable y conveniente al tratar con la gente.
Es una maniobra usada por los sucesores de los videntes antiguos, luego de que estos fueran casi exterminados por su arrogante apego a sí mismos.
Estaban tan ajenos de la gente, que ni cuenta se dieron cuando los pi**hes tiranos les cayeron encima.
Este error es lo que llevó a los guerreros acechadores a cambiar su enfoque.
Hoy lo más importante del acecho, es obtener la cooperación
de quien requieren para lograr sus propósitos impecables.
Y para ello ponen en escena las más irresistibles estrategias que puedas imaginar, pero nunca dejan saber que actúan bajo el control
de su desatino.
Van y vienen sin dejar huella, pues es la sobriedad y la mesura lo que los guía en su búsqueda de libertad.
Las y los acechadores que han integrado a su modo de vida este saber estratégico, son guerreros despiadados, astutos, pacientes y muy simpáticos.
Ser despiadado es no tener compasión por los apegos y la importancia personal de nadie, empezando por la propia, lo que no implica desconsideración ni irresponsabilidad.
Ser astuto no implica malicia ni crueldad.
Ser paciente no implica negligencia ni holganza.
Y ser simpático no implica estupidez ni descuido.
Estas cuatro disposiciones de ánimo tienen que ser perfeccionadas hasta que sean tan sutiles que nadie las pueda notar.
Mi benefactor me decía, sé despiadado pero persuasivo.
Sé astuto pero digno de confianza.
Sé paciente pero activo.
Y sé simpático pero implacable.

27/09/2019

LA “SOMBRA”

Toda la Creación existe en ti y todo lo que hay en ti existe también en la Creación. No hay división entre “TÚ” y un objeto que esté muy cerca de ti, como tampoco hay distancia entre “TÚ” y los objetos lejanos.

“Todas las cosas, las más pequeñas y las más grandes, las más bajas y las más altas, están en ti y son
de tu misma condición. Un solo átomo contiene todos los elementos de la Tierra. Un solo movimiento
del espíritu contiene todas las leyes de la vida. En una sola gota de agua se encuentra el secreto del
inmenso océano. Una sola manifestación de ti contiene todas las manifestaciones de la vida”.
KAHIL GIBRÁN

El individuo dice «“YO”» y con esta palabra entiende una serie de características: «Varón, alemán, padre de
familia y maestro. Soy activo, dinámico, tolerante, trabajador, amante de los animales, pacifista, bebedor de té, cocinero por afición, etc.» A cada una de estas características precedió, en su momento, una decisión, se optó entre dos posibilidades, se integró un polo en la identidad y se descartó el otro. Así la identidad «soy activo y trabajador» excluye automáticamente «soy pasivo y vago». De una identificación suele derivarse rápidamente también una valoración: «En la vida hay que ser activo y trabajador; no es bueno ser pasivo y vago.» Por más que esta opinión se sustente con argumentos y teorías, esta valoración no pasa de subjetiva.

Desde el punto de vista objetivo, esto es sólo una posibilidad de plantearse las cosas—y una posibilidad muy convencional—. ¿Qué pensaríamos de una rosa roja que proclamara muy convencida: «Lo correcto es
florecer en rojo. Tener flores azules es un error y un peligro.» El repudio de cualquier forma de manifestación es siempre señal de falta de identificación (... por cierto que la violeta, por su parte, no tiene nada en contra de la floración azulada).

Por lo tanto, CADA IDENTIFICACIÓN QUE SE BASA EN UNA DECISIÓN DESCARTA UN POCO. TODO LO QUE NOSOTROS “NO QUEREMOS SER”, LO QUE “NO QUEREMOS ADMITIR EN NUESTRA IDENTIDAD”, forma nuestro “negativo”, nuestra “SOMBRA”.

Porque el repudio de la mitad de las posibilidades no las hace desaparecer sino que sólo las destierra de la identificación o de la conciencia.

El «no» ha quitado de nuestra vista un polo, pero no lo ha eliminado. El polo descartado vive desde ahora
en la “SOMBRA” de nuestra conciencia. Del mismo modo que los niños creen que cerrando los ojos se hacen invisibles, las personas imaginan que es posible librarse de la mitad de la realidad por el procedimiento de no reconocerse en ella. Y se deja que un polo (por ejemplo, la laboriosidad) salga a la luz de la conciencia mientras que el contrario (la pereza) tiene que permanecer en la oscuridad donde uno no lo vea. El no ver se considera tanto como no tener y se cree que lo uno puede existir sin lo otro.

Llamamos “SOMBRA” (en la acepción que da a la palabra C. G. Jung) a la suma de todas las facetas de la
realidad que el individuo no reconoce o no quiere reconocer en sí y que, por consiguiente, descarta. La “SOMBRA” es el mayor enemigo del ser humano: la tiene y no sabe que la tiene, ni la conoce. La “SOMBRA” hace que todos los propósitos y los afanes del ser humano le reporten, en última instancia, lo contrario de lo que él perseguía.

El ser humano proyecta en un mal anónimo que existe en el mundo todas las manifestaciones que salen de su “SOMBRA” porque tiene miedo de encontrar en sí mismo la verdadera fuente de toda desgracia. Todo lo que el ser humano rechaza pasa a su “SOMBRA” que es la suma de todo lo que él no quiere. Ahora bien, la negativa a afrontar y asumir una parte de la realidad no conduce al éxito deseado. Por el contrario, el ser humano tiene que ocuparse muy especialmente de los aspectos de la realidad que ha rechazado. Esto suele suceder a través de la proyección, ya que cuando uno rechaza en su interior un principio determinado, cada vez que lo encuentre en el mundo exterior desencadenará en él una reacción de angustia y repudio.

No estará de más recordar, para mejor comprender esta relación, que nosotros entendemos por
«principios» regiones arquetípicas del ser que pueden manifestarse con una enorme variedad de formas
concretas. Cada manifestación es entonces representación de aquel principio esencial.

Por ejemplo: la multiplicación es un principio. Este principio abstracto puede presentársenos bajo las más diversas manifestaciones (3 por 4, 8 por 7, 49 por 248, etc.). Ahora bien, todas y cada una de estas formas de expresión, exteriormente diferentes, son representación del principio «multiplicación». Además, hemos de tener claro que el mundo exterior está formado por los mismos principios arquetípicos que el mundo interior. La ley de la resonancia dice que nosotros sólo podemos conectar con aquello con lo que estamos en resonancia.

Este razonamiento, expuesto extensamente en Schicksal als Chance, conduce a la identidad entre mundo exterior y mundo interior. En la filosofía hermética esta ecuación entre mundo exterior y mundo interior o entre individuo y Cosmos se expresa con los términos: microcosmos = macrocosmos.
Proyección significa, pues, que con la mitad de todos los principios fabricamos un exterior, puesto que no
los queremos en nuestro interior. Al principio decíamos que el “YO” es responsable de la separación del individuo de la suma de todo el Ser.

El “YO” determina un “TÚ” que es considerado como lo externo. Ahora bien, si la “SOMBRA” está formada por todos los principios que el “YO” no ha querido asumir, resulta que la “SOMBRA” y el exterior son idénticos. Nosotros siempre sentimos nuestra “SOMBRA” como un exterior, porque si la viéramos en nosotros ya no sería la “SOMBRA”. Los principios rechazados que ahora aparentemente nos acometen desde el exterior los combatimos en el exterior con el mismo encono con que los habíamos combatido dentro de nosotros. Nosotros insistimos en nuestro empeño de borrar del mundo los aspectos que valoramos negativamente. Ahora bien, dado que esto es imposible —véase la ley de la polaridad—, este intento se convierte en una pugna constante que garantiza que nos ocupamos con especial intensidad de la parte de la realidad que rechazamos.

Esto entraña una irónica ley a la que nadie puede sustraerse: lo que más ocupa al ser humano es aquello
que rechaza. Y de este modo se acerca al principio rechazado hasta llegar a vivirlo. Es conveniente no olvidar las dos últimas frases. El repudio de cualquier principio es la forma más segura de que el sujeto llegue a vivir este principio. Según esta ley, los niños siempre acaban por adquirir las formas de comportamiento que habían odiado en sus padres, los pacifistas se hacen militantes; los moralistas, disolutos; los apóstoles de la salud, enfermos graves.

No se debe pasar por alto que rechazo y lucha significan entrega y obsesión. Igualmente, el evitar en forma
estricta un aspecto de la realidad indica que el individuo tiene un problema con él. Los campos interesantes e importantes para un ser humano son aquellos que él combate y repudia, porque los echa de menos en su
conciencia y le hacen incompleto. A un ser humano sólo pueden molestarle los principios del exterior que no ha asumido.

En este punto de nuestras consideraciones, debe haber quedado claro que no hay un entorno que nos
marque, nos moldee, influya en nosotros o nos haga enfermar: el entorno hace las veces de espejo en el que sólo nos vemos a nosotros mismos y también, desde luego y muy especialmente, a nuestra “SOMBRA” a la que no podemos ver en nosotros.

Del mismo modo que de nuestro propio cuerpo no podemos ver más que una parte, pues hay zonas que no podemos ver (los ojos, la cara, la espalda, etc.) y para contemplarlas necesitamos del reflejo de un espejo, también para nuestra mente padecemos una ceguera parcial y sólo podemos reconocer la parte que nos es invisible (la “SOMBRA”) a través de su proyección y reflejo en el llamado entorno o mundo exterior. El reconocimiento precisa de la polaridad.

El reflejo, empero, sólo sirve de algo a aquel que se reconoce en el espejo: de lo contrario, se convierte en
una ilusión. El que en el espejo contempla sus ojos azules, pero no sabe que lo que está viendo son sus propios ojos en lugar de reconocimiento sólo obtiene engaño. El que vive en este mundo y no reconoce que todo lo que
ve y lo que siente es él mismo, cae en el engaño y el espejismo. Hay que reconocer que el espejismo resulta increíblemente vívido y real (... muchos dicen, incluso, demostrable), pero no hay que olvidar esto: también el sueño nos parece auténtico y real, mientras dura. Hay que despertarse para descubrir que el sueño es sueño.
Lo mismo cabe decir del gran océano de nuestra existencia. Hay que despertarse para descubrir el espejismo “Nuestra “SOMBRA”” nos angustia.

No es de extrañar, por cuanto que está formada exclusivamente por aquellos
componentes de la realidad que nosotros hemos repudiado, los que menos queremos asumir. La “SOMBRA” es la suma de todo lo que estamos firmemente convencidos que tendría que desterrarse del mundo, para que éste fuera santo y bueno. Pero lo que ocurre es todo lo contrario: la “SOMBRA” contiene todo aquello que falta en el mundo —en nuestro mundo—para que sea santo y bueno. La “SOMBRA” nos hace enfermar, es decir, nos hace incompletos: para estar completos nos falta todo lo que hay en ella.

La narración del Grial trata precisamente de este problema. El rey Anfortas está enfermo, herido por la
danza del mago Klingor o, en otras versiones, por un enemigo pagano o, incluso, por un enemigo invisible.

Todas estas figuras son símbolos inequívocos de la “SOMBRA” de Anfortas: su adversario, invisible para él. Su
“SOMBRA” le ha herido y él no puede sanar por sus propios medios, no puede recobrar la salud, porque no se
atreve a preguntar la verdadera causa de su herida. Esta pregunta es necesaria, pero preguntar esto sería
preguntar por la naturaleza del Mal. Y, puesto que él es incapaz de plantearse este conflicto, su herida no puede cicatrizar. Él espera un salvador que tenga el valor de formular la pregunta redentora. Parsifal es capaz de ello, porque, como su nombre indica, es el que «va por el medio», por el medio de la polaridad del Bien y el Mal con lo que obtiene la legitimación para formular la pregunta salvadora: «¿Qué te falta, Oheim?» La pregunta es siempre la misma, tanto en el caso de Anfortas como en el de cualquier otro enfermo: «¡La “SOMBRA”!» La sola pregunta acerca del mal, acerca del lado oscuro del hombre, tiene poder curativo. Parsifal, en su viaje, se ha enfrentado valerosamente con su “SOMBRA” y ha descendido a las oscuras profundidades de su alma hasta maldecir a Dios.
El que no tenga miedo a este viaje por la oscuridad será finalmente un auténtico salvador, un redentor. Por ello, todos los héroes míticos han tenido que luchar contra monstruos, dragones y demonios y hasta contra el mismo in****no, para ser salvos y salvadores.

La “SOMBRA” produce la enfermedad, y el encararse con la “SOMBRA” cura. Ésta es la clave para la comprensión
de la enfermedad y la curación. Un síntoma siempre es una parte de “SOMBRA” que se ha introducido en la
materia. Por el síntoma (LA ENFERMEDAD) se manifiesta aquello que falta al ser humano. Por el síntoma (LA ENFERMEDAD) el ser humano experimenta aquello que no ha querido experimentar conscientemente. El síntoma, valiéndose del cuerpo, reintegra la plenitud al ser humano. Es el principio de complementariedad lo que, en última instancia, impide que el ser humano deje de estar sano. Si una persona se niega a asumir conscientemente un principio, este principio se introduce en el cuerpo y se manifiesta en forma de síntoma. Entonces el individuo no tiene más remedio que asumir el principio rechazado. Por lo tanto, el síntoma (LA ENFERMEDAD) completa al hombre, es el sucedáneo físico de aquello que falta en el alma.

En realidad, el síntoma (LA ENFERMEDAD) indica lo que le «falta» al paciente, porque el síntoma (LA ENFERMEDAD) es el principio ausente que se
hace material y visible en el cuerpo. No es de extrañar que nos gusten tan poco nuestros síntomas, ya que nos obligan a asumir aquellos principios que nosotros repudiamos. Y entonces proseguimos nuestra lucha contra los síntomas, sin aprovechar la oportunidad que se nos brinda de utilizarlos para completarnos. Precisamente en el síntoma (LA ENFERMEDAD) podemos aprender a reconocernos, podemos ver esas partes de nuestra alma que nunca descubriríamos en nosotros, puesto que están en la “SOMBRA”. Nuestro cuerpo es espejo de nuestra alma; él nos muestra aquello que el alma no puede reconocer más que por su reflejo. Pero, ¿de qué sirve el espejo, por bueno que sea, si nosotros no nos reconocemos en la imagen que vemos? Este libro pretende ayudar a desarrollar esa visión que necesitamos para descubrirnos a nosotros mismos en el síntoma.

La “SOMBRA” hace simulador al ser humano. La persona siempre cree ser sólo aquello con lo que se identifica
o ser sólo tal como ella se ve. A esta autovaloración llamamos nosotros simulación. Con este término
designamos siempre la simulación frente a uno mismo ( no las mentiras o falsedades que se cuentan a los
demás). Todos los engaños de este mundo son insignificantes comparados con el que el ser humano comete consigo mismo durante toda su vida. La sinceridad para con uno mismo es una de las más duras exigencias que el hombre puede hacerse. Por ello, desde siempre el conocimiento de sí mismo es la tarea más importante y más difícil que pueda acometer el que busca la verdad. El conocimiento del propio ser no significa descubrir el ““YO””, pues el ser lo abarca todo mientras que el “YO”, con su inhibición, constantemente impide el conocimiento del todo, del ser. Y, para el que busca la sinceridad al contemplarse a sí mismo, la enfermedad puede ser de gran ayuda. ¡Porque la enfermedad nos hace sinceros! En el síntoma (LA ENFERMEDAD) de la enfermedad tenemos claro y palpable aquello que nuestra mente trataba de desterrar y esconder.

La ma”YO”ría de la gente tiene dificultades para hablar de sus problemas más íntimos (suponiendo que los
conozca siquiera) de forma franca y espontánea; los síntomas, por el contrario, los explican con todo detalle a la menor ocasión. Desde luego, es imposible descubrir con más detalle la propia personalidad. La enfermedad hace sincera a la gente y descubre implacablemente el fondo del alma que se mantenía escondido. Esta sinceridad (forzosa) es sin duda lo que provoca la simpatía que sentimos hacia el enfermo.

La sinceridad lo hace simpático, porque en la enfermedad se es auténtico. La enfermedad deshace todos los sesgos y restituye al ser humano al centro de equilibrio. Entonces, bruscamente, se deshincha el ego, se abandonan las pretensiones de poder, se destruyen muchas ilusiones y se cuestionan formas de vida. La sinceridad posee su propia hermosura, que se refleja en el enfermo.

En resumen: el ser humano, como microcosmos, es réplica del universo y contiene latente en su conciencia
la suma de todos los principios del ser. La trayectoria del individuo a través de la polaridad exige realizar con actos concretos estos principios que existen en él en estado latente, a fin de asumirlos gradualmente.

Porque el discernimiento necesita de la polaridad y ésta, a su vez, constantemente impone en el ser humano la obligación de decidir. Cada decisión divide la polaridad en parte aceptada y polo rechazado. La parte aceptada se traduce en la conducta y es asumida conscientemente. El polo rechazado pasa a la “SOMBRA” y reclama nuestra atención presentándosenos aparentemente procedente del exterior. Una forma frecuente y específica de esta ley general es la enfermedad, por la cual una parte de la “SOMBRA” se proyecta en el físico y se manifiesta como síntoma. El síntoma (LA ENFERMEDAD) nos obliga a asumir conscientemente el principio rechazado y con ello devuelve el equilibrio al ser humano. El síntoma (LA ENFERMEDAD) es concreción somática de lo que nos falta en la conciencia. El síntoma, al hacer aflorar elementos reprimidos, hace sinceros a los seres humanos.

THORWALD DETHLEFSEN
“LA ENFERMEDAD COMO CAMINO”.

Así las cosas…
Akasha Sanación Integral
Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.

16/09/2019

Piensa lo que quieras pensar,
pero no olvides que tienes que convivir
todos los dìas con tus propios pensamientos.

(Proverbio nativos americanos)

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