29/08/2024
Es evidente que se está produciendo un giro a la derecha en los Estados del Occidente Colectivo. Este camino se denota con las políticas estatales de recorte del gasto público, de los derechos laborales y sociales de las poblaciones trabajadoras; se expresa con la despreocupación estatal por las necesidades de los pobres, las pequeñas migajas que se conceden no anulan la dureza y crueldad hacia ellos. En definitiva, los compromisos de bienestar social y de redistribución de los beneficios del capital que surgen en Europa después de la II guerra mundial han desaparecido.
Crece el gasto en el aparato militar para la guerra. Para desmovilizar y vencer la resistencia popular en la defensa de derechos laborales, civiles o sociales y apagar cualquier indicio de movimientos revolucionarios contra el Estado y el Capital, se impulsa la dureza en los comportamientos de las fuerzas represivas del Estado y la tolerancia con las acciones de grupos fascistas violentos que llevan el miedo a la sociedad.
Los medios de comunicación se manipulan, y las noticias que se dan conocer sólo las que interesa al poder político. Sube como la espuma la estampa arcaica y ultranacionalista que se presenta como defensora de la idiosincrasia popular; pura mentira, cuando la realidad es que la imagen está imbuida de las peculiaridades y planes regios de la oligarquía.
La poderosa propaganda de ideas reaccionarias que poco a poco se imponen se realiza desde diversas plataformas de la extrema derecha actual organizada internacionalmente a través de, entre otras, El Movimiento de Steve Bannon (con sede en Bruselas), el Foro de Madrid del partido Vox (con sede en España) y la Fundación Fellowship anti-LGBTQ+ (con sede en Seattle, Washington).
La extrema derecha y el fascismo no han surgido de la nada, encuentran su abono en el campo de las contradicciones del capitalismo, sobre todo en el terreno colonialista, en la inmigración, en los derechos laborales y en los servicios públicos, todos ellos adobados por el egoismo e interés de quienes ocupan las instituciones del estado atrapados en el electoralismo y parlamentarismo burgués completamente ineficaces.
El fascismo no es algo nuevo, este virus penetra en la sociedad con la aparición de la propiedad privada, germina con las conquistas de los imperios antiguos, con las cruzadas, con la esclavitud y la caza de negros en África para suplir la desaparición de los pobladores autóctonos de Sudamérica (Nuestra América), con el colonialismo y el imperialismo en la India, China, África, El Congo, Argelia, Vietnam, etc.
El fascismo no desaparecerá mientras tenga vida el capitalismo y el imperialismo. Los sectores más reaccionarios de las “sociedades burguesas democráticas” necesitan a grupos fascistas y racistas para continuar con la extracción y saqueo colonial. Los crímenes en Palestina son un ejemplo sencillo del virus fascista que estuvo presente en las conquistas sangrientas y bárbaras de las potencias Europas en un mundo que las rech