02/10/2024
En muchas ocasiones, tenemos que ver las cosas para creerlas, pero en otras lo conveniente es creerlas para poder verlas.
Hace tiempo leí un cuento que habla sobre esto, me hizo pensar y reflexionar:
📖El pequeño gran arquero👦🏹🎯
Juan era un niño que le encantaba ir al bosque, su abuelo le regaló un arco para que aprendiera a cazar. Vivía cerca del castillo del duque Augusto. A este le gustaba mucho salir de caza y siempre presumía de su puntería, pero una mañana que tenía importantes invitados no consiguió cazar ni un solo animal. Enfadado volvió al castillo cuando se encontró a Juan. Cerca de él había seis árboles con un círculo blanco pintado y una flecha clavada justo en el centro.
Augusto bajó del caballo sorprendido y se acercó a cada uno de sus árboles, mirando con atención las flechas. Le preguntó si había sido él quien había disparado y quien le había enseñado.
Juan le explicó que había sido su abuelo, pero que no se le daba muy bien disparar, que estaba aprendiendo.
- Déjate de bobadas, chico —dijo el duque—. Nadie que no tenga una excelente puntería puede hacer esto que tú has logrado.
- Señor, es que yo primero tiro la flecha y después dibujo el círculo alrededor. Al hacerlo, eso me inspira a seguir practicando, porque sé que al final algún día voy a lograr que sean las flechas las que en el primer disparo de mi arco alcancen siempre el blanco perfecto.
El duque Augusto empezó a reír como un loco. Aquella mañana, el poderoso cazador aprendió que, muchas veces, la imaginación es el arma más poderosa.
Como dice Álex Rovira, al igual que en muchos problemas de la vida se trata de pensarlo al revés, si la flecha no va al blanco dibujemos el blanco alrededor, visualizando así lo que queremos conseguir.
Hagamos como si… como si ya hubiésemos conseguido lo que queremos, imaginémoslo y así lo haremos más fácil.