21/11/2025
🌿 El verdadero valor de lo simbólico
En el juego simbólico se juega mucho más que “a cocinitas” o “a médicos”.
En el juego simbólico se juega a ser, a comprender el mundo, a explorar roles, a poner palabras y cuerpo a lo que todavía no sabemos decir.
Y, sin embargo, el sistema nos ha hecho creer que para que ese juego tenga profundidad necesitamos comprar materiales específicos o juguetes temáticos.
Pero el símbolo no está en el objeto:
el símbolo lo pone el niño.
La potencia del juego simbólico está en esa capacidad de transformar lo cotidiano en un universo propio: una tubería puede convertirse en agua que alimenta una casita construida; un rincón puede transformarse en una habitación para que un bebé (real o imaginado) descanse y se sienta protegido.
Así de sencillo, así de profundo.
Cuando dejamos que los objetos sean abiertos, accesibles y versátiles, permitimos que el niño sea quien cree el significado, no quien lo recibe fabricado.
Ahí nace el pensamiento creativo, la autonomía y la verdadera libertad simbólica.
Y ahora que se acercan las navidades, es bonito recordar que el juego simbólico no necesita grandes compras para florecer. Lo que necesita un niño es tiempo, presencia, oportunidad, relación, y materiales sencillos que dejen espacio a su mundo interno.
Cuerdas, cuencos metálicos, vasos, telas, cajas, pinzas, piedras, recipientes…
Objetos humildes, abiertos, económicos, que no dicen “qué son”, sino que preguntan:
“¿Qué quieres que sea hoy?”
Porque en el juego simbólico, la magia no está en el juguete.
La magia está en quien lo mira.