24/05/2025
Interesante!!
En 1996, la doctora Theo Colborn y su equipo de investigación publicaron un estudio revolucionario que encendió las alarmas sobre un fenómeno silencioso pero devastador: la exposición a disruptores endocrinos y su impacto directo sobre la salud hormonal, especialmente en mujeres.
Los disruptores endocrinos son sustancias químicas capaces de interferir con el funcionamiento del sistema endocrino. Estas sustancias pueden imitar, bloquear o alterar la producción y acción de las hormonas naturales, fundamentales para el equilibrio del cuerpo humano. Se encuentran en productos de uso cotidiano: plásticos, pesticidas, cosméticos, productos de limpieza y hasta en el agua que consumimos.
Colborn demostró que incluso niveles muy bajos de exposición, especialmente durante etapas críticas como la pubertad, el embarazo o la lactancia, pueden tener efectos acumulativos y disruptivos a largo plazo en la salud femenina. El estudio alertó sobre la vulnerabilidad del sistema reproductivo femenino frente a estos compuestos, señalando su relación con:
Alteraciones menstruales
Desarrollo de enfermedades como endometriosis y miomatosis
Problemas de fertilidad
Disfunciones tiroideas y metabólicas
Uno de los hallazgos más importantes del estudio fue que los efectos no siempre son evidentes de inmediato, sino que pueden manifestarse años después de la exposición. Esto hace que los disruptores endocrinos sean especialmente peligrosos y difíciles de rastrear.
Desde entonces, numerosos estudios han ampliado esta evidencia, pero la investigación de Colborn sigue siendo un referente científico y un llamado urgente a la regulación, prevención y educación sobre los riesgos invisibles que enfrentamos día a día.
En la actualidad, esta información es clave para promover políticas públicas de salud, desarrollar productos más seguros y empoderar a mujeres de todas las edades a tomar decisiones informadas sobre su cuerpo y su entorno.