13/03/2025
Confieso algo: nunca fui una persona a la que le gustara mucho leer.
Durante años, la lectura fue sinónimo de obligación. Primero, para pasar el vestibular (¡qué época tan intensa!). Después, en la facultad, con montañas de textos académicos. Y luego, en la maestría, donde cada página parecía una carrera contra el tiempo. La lectura siempre estuvo ligada a la presión, a los exámenes, a las entregas. Nunca fue algo que hiciera por placer.
En 2015, cuando estava en depresión, decidí darle una oportunidad a los libros de mindfulness y compasión. No por obligación, sino por curiosidad. Será que aprender algo nuevo, lerer algo distinto de los manuales seria algo que pudiera ayudarme en mi proceso de recuperación? según mi psicóloga era una opción, y, para mi sorpresa, descubrí que leer puede ser algo completamente diferente a lo que siempre asocié con ello. Podría hacer sin ser obligada a.
Desde el primer capítulo, el libro de Jon Kabat Zinn me di cuenta de que no se trata de grandes teorías inalcanzables, sino de ejercicios simples que puedes incorporar en tu día a día. Pequeños gestos que, poco a poco, transforman tu relación con la vida.
Por ejemplo, uno de los primeros ejercicios que aprendí fue el de la respiración consciente. Parece algo tan básico, pero ¿cuántas veces al día realmente nos detenemos a respirar con atención? Desde que empecé a practicarlo, noté cómo mi mente se aquieta, cómo los problemas parecen más pequeños y cómo encuentro más claridad para tomar decisiones.
Poco a poco voy ganardo el gusto por leer por diversión. Porque me gusta y intentar discubrir algo nuevo otra vez.