
24/08/2025
Una puerta que no se abre.
El Evangelio de este domingo nos presenta una advertencia que incomoda: “Muchos intentarán entrar y no podrán” (Lc 13,24). Jesús habla de la puerta estrecha, y de aquellos que llegan convencidos de que tenían un lugar asegurado, pero escuchan las palabras más duras: “No sé quiénes son ustedes”.
Esto nos confronta con una realidad: podemos engañarnos con una falsa espiritualidad. Podemos confundir la costumbre con la fe, la apariencia con la conversión, la emoción pasajera con la relación viva con Dios.
El verdadero peligro no es que Dios nos cierre la puerta, sino que nunca hayamos querido entrar de verdad.
Hoy la pregunta es directa:
👉 ¿Mi fe me está transformando o solo me está tranquilizando?
👉 ¿Estoy viviendo una relación viva con Cristo o una costumbre vacía?
La buena noticia es que la puerta sigue abierta hoy. Todavía estamos a tiempo de elegir autenticidad sobre apariencia, obediencia sobre comodidad, amor verdadero sobre religiosidad superficial.
🔑 La puerta estrecha no se cruza con títulos, cargos o recuerdos de haber estado cerca de Jesús… se cruza con un corazón convertido y humilde, que reconoce su necesidad de Dios.