30/12/2023
.
e m p e z a r d e n u e v o
Cuando el mundo baja la velocidad y el ruido se calma, podríamos sentir que no hemos avanzado mucho, o incluso retrocedido, pero no somos la misma persona que antes. Ahora tenemos más conciencia y eso nos deja ver más allá de la primera impresión, nos permite no reaccionar al primer estímulo que usualmente explotaría al llegar esos detonantes tan familiares.
Notamos que cada día empezamos de nuevo la misma rutina, las mismas personas, los mismos pensamientos, las mismas preguntas y respuestas.
Podríamos empezar siendo menos complejos, más ligeros en nuestros pensamientos y menos pesados en nuestras emociones, más auténticos y fieles a nosotr@s mism@s.
Cada día se convertiría en una oportunidad para enriquecer nuestra actitud, simplificar aquello que nos decimos y reemplazarlo por piropos mientras lo guardamos automáticamente en nuestro corazón.
Que maravilloso será entonces sentarnos junto a nuestro miedo, tomarlo de la mano y decirle “vamos”, porque es a través de él que nos liberamos de la superficial complejidad de nuestra existencia.
En esas mañanas lentas y pausadas notaremos entonces cada detalle, saboreando los momentos de introspección, llenos de fascinación y curiosidad por seguirnos conociendo, cada vez más cerca del corazón y afuera de la mente, cada vez más en paz.