14/08/2025
14 DE AGOSTO 1994 APARECE EL FRG
A partir del retorno de la democracia en enero de 1986 en la figura del presidente democristiano Marco Vinicio Cerezo Arévalo, Ríos Montt, al que no le faltaban partidarios y seguidores, intentó con persistencia volver a la Presidencia de Guatemala por la vía electoral. El 10 de enero de 1990, de cara a las votaciones del 11 de noviembre, registró la Agrupación Nacionalista Guatemalteca (ANG), que con el FUN y el PID, reducidos a grupos minúsculos en la etapa democrática tras la irrupción con fuerza de nuevos partidos de derecha desligados de las atrocidades cometidas por este entorno ideológico en el pasado reciente, formó la llamada Plataforma No-Venta (PNV).
Sin embargo, la candidatura de Ríos Montt en las presidenciales, a las que acudía como favorito, fue rechazada e inhabilitada en octubre por el Registro de Ciudadanos, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y, en tercera instancia, por Corte Suprema de Justicia (CSJ) en virtud del artículo de la Constitución Política de 1985 que cerraba las puertas de la Presidencia a antiguos titulares de la misma sin certificado democrático.
El artículo 186, en su primer punto, establecía que no podían optar a los cargos de presidente y vicepresidente de la República "el caudillo ni los jefes de un golpe de Estado, revolución armada o movimiento similar, que haya alterado el orden constitucional, ni quienes como consecuencia de tales hechos asuman la Jefatura de Gobierno".
Pese a su descalificación, Ríos Montt no descolgó a la PNV de las elecciones legislativas y la coalición se hizo con 12 de los 116 escaños del Congreso.
Tras aquellos comicios la agrupación fue renombrada como “Frente Republicano Guatemalteco” (FRG). La agrupación de Ríos Montt dio la campanada en las elecciones legislativas anticipadas del 14 de agosto de 1994. Con una abstención excepcional alta, del 79%, el FRG se alzó como la fuerza más votada, obteniendo el 32,2% de los sufragios y 33 de los 80 escaños del Congreso de la República
Al hacerse con el escaño, Ríos Montt obtenía la inmunidad parlamentaria que le protegía frente a cualquier hipotético intento de enjuiciamiento. El éxito de esta formación populista y conservadora, con una estructura autoritaria de obediencia al líder, que había reclutado a numerosos miembros retirados de las fuerzas de seguridad y que por supuesto estaba muy bien implantada en las comunidades evangélicas, se basó en la simplicidad de su programa, con el cuádruple reclamo de la moralización de la política, la lucha contra la corrupción, la defensa de la seguridad ciudadana y dar prioridad a los derechos de los desheredados en un país que pese a sus progresos democráticos seguía adoleciendo de unos desequilibrios sociales y económicos elevadísimos.
El 2 de diciembre de 1994 Ríos Montt, a la edad de 68 y casi 13 años después del golpe de Estado que le había convertido en el iluminado dueño de Guatemala, fue elegido presidente del Congreso gracias al apoyo de la DCG y la Unión del Centro Nacional (UCN), los partidos tercero y cuarto en cuanto al número de escaños. Con la adhesión de nueve diputados de otras agrupaciones, el FRG se aseguró la mayoría absoluta en el Congreso hasta el final de la legislatura.
El otrora mesiánico exterminador de enemigos de la nación, reconvertido en político outsider aunque dentro del sistema, gozaba de una alta popularidad y estaba en condiciones de convertirse en presidente constitucional por méritos propios.
Sin embargo, cuatro meses antes de las elecciones generales del 12 de noviembre de 1995, el TSE volvió a descalificar a Ríos Montt con el mismo argumento constitucional de cinco años atrás, lo que alimentó el victimismo del aspirante. La primera solución de recambio, María Teresa Sosa de Ríos, fue igualmente bloqueada por la autoridad electoral con la explicación de que la esposa del político no había sido proclamada por una convención partidaria. En agosto el ex presidente optó por designar a Alfonso Antonio Portillo Cabrera, un profesor universitario recién separado de la DCG y que antes había militado en la izquierda. Este sustituto fue aprobado por el partido y por lo tanto sí obtuvo la luz verde del TSE.
Portillo se enfrentó en aquella contienda con Arzú, quien el 7 de enero de 1996 le batió definitivamente con el 51,2%. En las legislativas. El FRG experimentó un fuerte retroceso, hasta el 20% de los votos, lo que le dio derecho a 21 de los 80 escaños del nuevo Congreso de la República, cuya presidencia Ríos Montt, congresista reelecto, hubo de traspasar a Carlos Alberto García Regás, del PAN.
Uno de los diputados debutantes era Zury Mayté Ríos Sosa, activa prosélita de la Iglesia Verbo y funcionaria del FRG. Durante la Administración Arzú los riosmontistas se mantuvieron en la oposición.
En junio de 1999 los eferregistas nominaron de nuevo a Portillo para las elecciones del 7 de noviembre siguiente acatando la voluntad de Ríos Montt, quien seguía confiando en las posibilidades de su protegido. El hecho de que el anciano ex dictador, reelegido en la Secretaría General del partido en julio de 1998 por tercera vez consecutiva, continuara siendo el líder indiscutible del FRG motivó que los críticos de Portillo le acusaran de ser una mera marioneta de su mentor. Como en la campaña electoral de 1995, los simpatizantes portaban camisetas con la divisa Alfonso Portillo presidente, Ríos Montt al poder.
En la primera vuelta, Portillo se distanció ampliamente del candidato oficialista, Óscar Berger Perdomo, con el 47,7% de los votos y en la segunda vuelta, el 26 de diciembre, completó su triunfo con un abultado 68,3%. En las legislativas, el FRG cosechó también una rotunda victoria al hacerse con una mayoría absoluta de 63 escaños, entre ellos el de su caudillo, con el 41,1% de los votos. El apoyo al eferregismo fue masivo en las áreas rurales pobladas mayoritariamente por campesinos mayas, precisamente el colectivo con el que la dictadura riosmontista se había encarnizado. El 14 de enero de 2000 Ríos Montt, nuevamente presidente del Legislativo (su hija Zury, responsable de la oficina internacional del partido, le flanqueó como flamante vicepresidenta segunda del Congreso), tomó juramento a Portillo y le colocó la banda con los colores nacionales que le convertía en el presidente de la República. Ambos tenían por delante un agitado mandato de cuatro años. Y sería de hecho muy agitado y para nada lo que ellos esperaban. (Continuará)
Extraído de CIDOB Barcelona Centre For International Affairs “Efraín Ríos Montt”