28/02/2024
Un Sacrificio de Amor!
¿Quien es José Luis Bobadilla?
!Un Sacrificio de Amor!
Nació en el Departamento de Santa Bárbara el 12 de agosto del año 1958, casado con la Señora Mireya David, con quien tuvo dos hijos y un nieto.
Su cursillo es el no. 82 de varones, celebrado del 2 al 5 de Junio de 1988, sirvió en la Parroquia San Martin por más de 30 años, fue representante del MCC en el consejo parroquial San Martin, participo en el MCC arquidiocesano en distintas responsabilidades como:
Auxiliar de rollos.
Rector de varios cursillos de varones
Vocal de ultreya.
Administrador de la Casa de Pedro.
Vocal de Finanzas.
Vocal de Intendencia por muchos años
Coordinador externo de cursillo de mujeres y de varones
Administrador de Cursillos
colaborador de la escuela de Dirigentes,
Coordinador de la pastoral de Salud por muchos años
Coordinador de retiros espirituales a los miembros de la pastoral de la salud con sacerdotes nacionales e internacionales
Ministro extraordinario de la Comunión.
Coordinador de la Hora santa en la parroquia la Guadalupe a las 4:30pm desde el año 2020 en tiempos de la pandemia hasta la actualidad.
Consejero espiritual de muchos hnos. y hnas. del MCC
¡UN AMIGO SINCERO QUE NOS REGALO DIOS!
Por: Los Hermanos que en la palanca iban suplicando a Dios por la conversión de los Cursillistas
Escribo esta carta, aunque quizá debo decir “escribimos” pues intentaré plasmar el vivir y el sentir de algunos hermanos cursillistas y los acontecimientos vividos el pasado domingo 11 de febrero del año en curso, durante el desarrollo del Cursillo 128 de Mujeres de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, y en vísperas de iniciar uno de los momentos más fuertes dentro de la iglesia como lo es la cuaresma. Acontecimiento que sin duda alguna marcó para siempre cada una de nuestras vidas.
Como es parte de la metodología del movimiento el ofrecimiento de oración y palancas suplicando a Dios por la conversión de los hermanos o hermanas que están viviendo el cursillo, pero sobre todo para que se dejen amar por El, que nos ha amado desde la eternidad; desde hace 15 años se viene realizando una “Palanca Comunitaria de la Cruz”, que consiste en realizar una caminata desde la parroquia San Martín de Porres hasta la Casa de Pedro, caminata que realizamos cargando una cruz de madera, de tamaño real, quizá como la que cargó Cristo camino al calvario.
Durante las 5 horas aproximadamente que dura esta peregrinación, lo hacemos en presencia de la Virgen María, mediante el rezo del santo rosario, que iniciamos a la altura de la capilla de la policía en Casamata; pues justo ahí, una imagen de la Madre de Dios se ve desde el otro lado de la calle, y empezamos a ofrecer los misterios de la vida de Jesús a través de los ojos y el corazón de su Madre, por el equipo interno, cada uno de los candidatos que están viviendo el cursillo, por la cocina y el equipo externo. Iniciamos siempre por los misterios del nacimiento e infancia de Jesús que los contemplamos en los misterios gozosos, hasta concluir con los misterios gloriosos de la Resurrección de Jesús, así continuamos nuestro caminar, algunos en medio de sus propias fatigas, descalzos, u ofreciendo situaciones particulares, caminando más que con la fatiga del cuerpo y de nuestros pies con muchísimo amor por la conversión de los hermanos o hermanas que están viviendo un cursillo de cristiandad.
Es así que cada domingo cuando hay un cursillo en la arquidiócesis de Tegucigalpa, aquellos hermanos que así lo desean (que generalmente casi siempre sobrepasan los 15, a veces han llegado hasta 40), tenemos una cita para hacer la “Palanca de la Cruz”, generalmente salimos a las 7 a.m. para aprovechar la bondad del clima cuesta arriba, y vamos a Eucaristía al bajar de la palanca ya por horas de la tarde.
Fue así que el pasado domingo 11 de febrero, llegamos como es costumbre para la palanca de la cruz a la parroquia San Martín de Porres, con la sorpresa que sólo llegamos 4 personas, ese día de forma particular, y movidos por una fuerza mayor sentimos la necesidad de entrar a Eucaristía de 7 a.m., y así lo hicimos, ahí estaba sirviendo nuestro hermano cursillista José Luis Bobadilla, Ministro Extraordinario de la Eucaristía, visitador de enfermos, un bastión dentro de la pastoral de la salud del movimiento, rector, administrador y un gran dirigente del movimiento de cursillos de cristiandad de la arquidiócesis de Tegucigalpa, con muchas horas de vuelo como decimos. Ese día sirvió en la Eucaristía como monitor.
En el momento del ofertorio recorrió la mitad del templo, se acercó donde estábamos estos 4 hermanos y dijo “hoy hay cruz, y yo voy a ir, vamos a ir con Aquel” señalando a otro hermano cursillista que también servía en la misa.
Debo confesar que sentí hasta un alivio, porque se nos sumaban dos varones más, ya que dentro de los cuatro que habíamos llegado, 3 éramos mujeres y sólo un hombre, lo que nos hacía pensar que no podríamos subir la cruz ese día. Pero ya Dios tenía otros planes.
Al salir de la Eucaristía, le pedimos prestado a José Luis unas llaves ajustables para desarmar la cruz en dos partes, ya que facilita su transporte cuesta arriba y en una calle transitada por vehículos, el hermano que la desarmaba le pidió una llave No.12, y José Luis dijo pruébela, pero no quedó, le pasó una llave No.14 diciendo “traje más, pruebe esta, ya sé que Usted es planchero”, todos nos reímos de su buen humor, efectivamente era la correcta, como dijo una hermana, “ Dios calza todas las piezas, José Luis tenía la llave exacta, el Señor ya lo sabía”.
Salimos de la San Martín y al llegar frente a la Capilla de la Virgen Casamata, nos detuvimos como es costumbre para dar inicio al ofrecimiento del Rosario por el cursillo, antes de que pudiera decir que iniciábamos con los misterios gozosos José Luis se adelantó y dijo “Vamos hacer los misterios gloriosos”, y así empezamos a orar y caminar por la conversión del equipo y las hermanas del cursillo 128 de Mujeres. Estuve a punto de decirle que esos son los últimos que hacemos, pero nadie dijo nada, era como si Dios preparaba a José Luis, como una prefiguración de lo que viviría en las próximas horas de ese día.
Por el camino se nos unió una hermana más, y a la altura de una plaza comercial después de Casamata, estaba otra hermana cursillista con sus tres hijos, dos jóvenes y un bebe que cargaban en un coche cuesta arriba (ya era doble palanca), la hermana dijo ¿y tan poquitos vienen? A lo que José Luis respondió “¡Para Dios somos suficientes!”, ¡Aunque ese día para Dios uno sólo sería suficiente!
Avanzamos turnándonos la cruz, y meditando cada misterio del rosario, una o dos vueltas antes de llegar al Picacho, nos detenemos frente a una imagen de la Virgen de Guadalupe que está en la pared de una casa para iniciar otro misterio del rosario, y ofrecerlo por otra decuria del cursillo, ese día nos sorprendimos de encontrar la imagen de la Virgen María en en otras casas, particularmente varios nos sorprendimos de verla en una casa muy muy elevada, que nunca antes habíamos visto, nos dio mucha alegría, como si Ella nos dijera, aquí voy con Ustedes.
Llegamos al Picacho donde es nuestra parada oficial, la mitad del camino, y donde descansamos un poco, una familia cursillista ha tomado como apostolado mañanear para hacer burritas y refresco, que con mucho agradecimiento recibimos después de más de dos largas horas bajo el sol.
Después de un breve descanso en el Picacho, proseguimos nuestra peregrinación hacia casa de Pedro, y se nos unió otro hermano, José Luis dijo que quería llevar la cruz, y cargando el palo más grande en compañía del hermano que horas antes habían compartido su servicio en la Eucaristía, retomamos la meditación de los misterios luminosos del Santo Rosario.
Saliendo de las dos cuestas más empinadas después del Picacho, poco antes de la posta policial del Hatillo, una hermana que tenía su Madre adentro del cursillo, se le acercó a José Luis y le dijo “quiere que le ayude a cargar la cruz”, a lo que él respondió “no, yo la quiero llevar”, seguro dijo la hermana, seguro respondió él. Instantes después José Luis pidió que se detuvieran un momento, los que veníamos a tras de él, vimos cuando se detuvo, y delante de nuestros ojos se desplomó con la cruz a cuestas, la cruz hizo un sonido fuerte golpeando el pavimento, mientras José Luis se desplomaba a sus espaldas, corrimos a auxiliarlo, cuando llegó al suelo estaba completamente inconsciente, su cuerpo se estremecía de vez en cuando, y su boca entreabierta se esforzaba por tomar el aire circundante, fueron momentos de una angustia indescriptible para nosotros, que nos sentíamos impotentes para ayudar a nuestro querido hermano que minutos atrás veíamos sonreír y platicar de forma tan natural y amena, después de darle primeros auxilios sin obtener ninguna mejoría, y ante la ausencia de la ambulancia y los bomberos que previamente habíamos llamado, lo subimos a un vehículo para llevarlo al hospital, se fueron con el tres hermanos, un matrimonio, incluyendo un hermano de su reunión de grupo.
Los que quedamos ahí atónitos y con lagrimas en nuestro rostro, nos unimos a orar por su vida, decidimos continuar con la palanca, ahora con mayor amor y sacrificio por la vida de nuestro amigo y hermano, y porque era justo lo que él venía haciendo cuando le dio un infarto fulminante.
José Luis no alcanzó a llegar al hospital, cuando las ambulancias los interceptaron, ya estaba sin vida. No hay palabras para describir lo que sentimos y vivimos ese día, en menos de 10 minutos José Luis se nos había ido. ¡No lo podíamos creer!
Sin embargo, en medio del dolor que nos embargaba, tanto a su esposa, sus dos hijos, su familia, y toda la comunidad cursillista, nuestro querido hermano José Luis Bobadilla pasó a su quinto día a sus 65 años de edad, ofrendando su vida por el Evangelio de Jesucristo, murió cargando la cruz, orando por la conversión de muchas almas. En ese momento cuando él se desvaneció íbamos meditando el quinto misterio luminoso “La Institución de la Eucaristía”, y meditábamos precisamente como Cristo ofrenda su Cuerpo y su Sangre por la salvación del mundo entero.
Los designios de Dios son un misterio, que muchas veces superan nuestro entendimiento humano, el hermano estaba físicamente sano, ni siquiera padecía del corazón, Dios arrebata su vida en ese instante, cuando menos lo esperábamos, pero es un hecho que lo encontró preparado, con la lámpara de la Gracia encendida, no lo encontró de brazos cruzados, lo encontró en camino, lo encontró ofrendándose por la vida de los demás, y su ofrenda fue grata a los ojos de Dios y subió al cielo cual incienso agradable hasta su presencia santa.
En medio de su dolorosa partida, José Luis nos deja enseñanzas valiosas, a la cruz no se le tiene miedo, la cruz no se tira, no se reniega, ni se desprecia, la cruz se carga con amor, porque como decía San Juan Pablo II “no le tengan miedo a la cruz, El es el amor”. “Nuestro querido hermano José Luis Bobadilla se fue de este mundo sin tenerle miedo a la cruz, se fue por amor”.
Nos enseña que la vida es una, que es bella pero frágil, no vale la pena vivirla a medias, cargando odios, rencores, envidias, heridas del pasado. La vida pende de un hilo muy delgado, no perdamos el tiempo señalando y juzgando a nuestros hermanos, convirtámonos en cirineos que les ayudan a cargar su cruz, no en fariseos que lapidan sus vidas. Recordemos al Maestro, “Mujer, ¿dónde están? nadie te ha condenado? “Nadie Señor”. Jesús le dijo “Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más” San Juan 8, 10-12.
Cristo siendo el primero se hizo el último por amor a nosotros. Y José Luis siguió sus pasos, sabemos que su vida fue un servicio, una entrega total a su familia y a su querido movimiento de cursillos de cristiandad, donde se gastó y se desgastó por el evangelio. Pasa a su quinto día un domingo de resurrección, comulgó a Cristo Jesús ese día y peregrinó con la cruz a cuestas a la casa de Pedro, sin saber que caminaba a la verdadera casa de Pedro de la Patria celestial; ese domingo además era el día mundial por los enfermos, día de la Virgen de Lourdes, patrona de los enfermos, enfermos a quién él había visitado y llevado la comunión cada mes por muchos años, y hacía una semana antes había acompañado en el hospital San Felipe y en el asilo de ancianos, según sus hermanos de la pastoral de la salud, ese día llegaron muy pocos, y el de manera particular él sacó 14 palancas tanto para el cursillo de mujeres, como para el cursillo de varones que ustedes viven ahora.
No hay duda que José Luis Dios lo llamó como un siervo fiel y prudente a habitar la morada celestial que Dios ya le tenía preparada, como buen administrador que fue en esta tierra de los dones que Dios le había dado, como un gran esposo y padre amoroso, como un buen hijo y hermano, sabemos que desde allá seguirá intercediendo por nuestra conversión y por los cursillos de cristiandad.
El entendió bien la palabras del apóstol San Pablo, “ay de mi sino evangelizo”, y “ el que no vive para servir, no sirve para vivir” que Dios nos conceda la gracia de la fe firme, el don de la perseverancia, pero sobre todo una actitud decidida para cortar de raíz con aquellas situaciones de pecado, “con determinada determinación” como decía Santa Teresa, para
vivir de aquí en adelante con la Gracia de Dios en nuestras vidas, y así podamos ser testimonios vivientes en nuestra familia, trabajo y todos los ambientes donde nos desenvolvamos, el camino no es fácil, muchas veces es cuesta arriba, pero su amor y su Espíritu Santo nos fortalecen y sostienen, para que también el día que nos llame a nosotros, porque nos llamará, nos encuentre también preparados como encontró a nuestro hermano, recordando como decía San Agustín “Nos creaste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.
De El somos, de El salimos y un día tarde o temprano a El regresaremos, y nos pedirá cuentas de cómo administramos lo que nos dio en esta tierra, somos cada uno de nosotros, los que al final decidiremos si queremos pasar la eternidad con Dios o eternamente lejos de Él. ¡La decisión es personal!
Con amor,
¡Por siempre de colores!