06/12/2025
¿ESTÁS SEGURO DE QUE NECESITAMOS CASTIGAR A LOS NIÑOS? Si no lo hacemos, se convertirán en niños malcriados, ¿no es cierto?
Este es probablemente uno de los mayores conceptos erróneos en la educación infantil.
A lo largo de los años, los psicólogos no han ayudado con esta creencia. En el pasado, el foco del cambio de comportamiento ha estado en las recompensas y los castigos. Toda nuestra sociedad se basa en esta forma de pensar.
Si aceleramos con el coche y nos pillan, nos castigarán con una multa. Por supuesto, tenemos que tener reglas, pero ¿funciona realmente el castigo? Si piensas en el exceso de velocidad, supongo que ya has superado el límite de velocidad. Si ves una patrulla de policía, probablemente pongas el pie en el freno y reduzcas la velocidad (incluso si no estuvieras acelerando). Pero cuando la policía se pierda de vista, tu velocidad volverá a aumentar. Si te multan, probablemente no acelerarás durante un tiempo, pero eventualmente volverás a acelerar. Así sucede cuando la necesidad de seguir una regla no ha sido internalizada: solo se siguen las reglas cuando quien castiga (en este caso el policía) está ahí. Lo mismo ocurre con los niños: evitarán el comportamiento mientras tú (quien castiga) estés ahí, y se detendrán para evitar el castigo, pero lo harán cuando no estés ahí.
[Porque el castigo no enseña la razón por la que debemos acatar reglas, solo hace sufrir a los niños, y daña la relación con el adulto. Y ambas cosas empeoran la conducta o el problema de una u otra manera.]
—The Therapist Parent
. . . .
¿QUÉ HACER ANTE UNA CONDUCTA DIFÍCIL?
Si un niño tiene una conducta difícil, desafiante, inadecuada, y
a) validas sus sentimientos, empatizas con él o ella, y le ayudas a calmarse, con el tiempo aprenderá a regularse, y su conducta mejorará
Si en cambio,
b) ignoras e invalidas sus sentimientos, castigas, aíslas, gritas, maltratas, el niño no aprende a regularse, lo que perpetúa los problemas (se detenga o no la conducta inadecuada), daña las relaciones, sufre el niño y sufres tú…
. . . .
Texto:
Fuente: