31/01/2022
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Hola, amigos:
“¿Y qué leche le da?”, le pregunto a cada mamá cuando veo al bebito por primera vez.
Se esperaría que en la mayoría de los casos la respuesta fuera leche materna o en los de lactancia mixta o artificial, alguna leche de inicio, de las marcadas con el número “1” o con el “2”, si el niño es mayor de seis meses. Pero no. La mayoría de los pequeños llegan con fórmulas para situaciones especiales de alimentación, como las “comfort” o “confort” y en un alarmante porcentaje traen fórmulas sin lactosa o de las ampliamente hidrolizadas, a base de aminoácidos o de arroz. Más caras que las fórmulas normales, casi siempre innecesarias y que no ofrecen ninguna ventaja, a no ser que de verdad el bebé tenga un problema que justifique su uso. Casi nunca.
También, cada vez veo más mamás de lactancia materna que tienen restricciones en su dieta: les quitan los lácteos, el huevo, los frijoles y qué se yo cuántas cosas más. Estas difíciles prohibiciones suelen ser también innecesarias. No hay ningún alimento incompatible con la lactancia.
¿Y por qué está pasando esto?
Ocurre por una mala interpretación de los llamados: “trastornos gastrointestinales funcionales del niño”.
Me explico: por culpa de nosotros, (me refiero al personal de salud) que no informamos bien, muchos papás primerizos cuando reciben a su bebé recién nacido no tienen ni la más remota idea de qué es normal y qué no. No saben qué esperar.
Nadie les dice que puede ser normal que el bodoque regrese la leche, que tenga cólicos y se retuerza, que tenga gases y se ponga rojo, que puje y puje y no saque más que aire, que haga popó hasta diez veces al día o que se tarde en evacuar ocho días, que haga popó verde o que haya restos de leche en las heces. Tampoco les dicen que es muy común que tengan ronchas en los cachetes, que estornuden, que les dé hipo, que suspiren y que se les escuche el sonido de sus tripitas cuando comen.
Al ver en el niño una o varias de estas condiciones los papás se alarman. Es entonces cuando la tía Gertrudis, la vecina de 28, la abuela del niño del vecino o tristemente el pediatra, indica una leche ampliamente hidrolizada carísima, sólo porque el nene tiene cólico y regresa la lechita. Y así los papás se avientan ocho meses comprando latas a precio de oro que saben horrible y la mamá se la pasa sin tomar lácteos qué porque el niño es intolerante a la lactosa, cuando ni la tal intolerancia contraindica la ingesta de lácteos maternos, ni el niño la padece. Lo que tiene es un reflujo fisiológico que se quitará espontáneamente en pocos meses.
El cólico del lactante, las regurgitaciones o reflujo gastroesofágico y la disquecia del lactante (el niño que puja y no hace popó), son situaciones comunes, funcionales, que en términos médicos significa normales.
Antes de darle al niño una leche especial, tienes el derecho de cuestionar al pediatra. No es un dios.
Si tu niño come bien, está bien hidratado, no tiene fiebre, o***a normalmente y sube adecuadamente de peso, quizá lo único que necesite es tiempo para que el cólico, la disquecia o el reflujo se resuelvan espontáneamente.
Hay casos en el que el uso de esas fórmulas sí se requiere y entonces son una maravilla. Pero son la minoría.
Por último: la lactancia materna te evitará muchos dolores de cabeza. Hazle la lucha, que bien vale la pena.
¡Saludos!