
24/07/2025
Durante mucho tiempo adoptaste un rol complaciente, evitaste el conflicto y priorizaste el bienestar ajeno por encima del propio. Este patrón de conducta, aunque aparentemente armonioso, suele estar vinculado con mecanismos como la búsqueda de aprobación, el miedo al rechazo o una autoestima condicionada.
Sin embargo, llega un punto en el que el malestar acumulado genera conciencia: comienzas a poner límites, a ejercer tu derecho al respeto y a establecer una nueva relación contigo mismo/a basada en la dignidad personal. Ese proceso se llama autoafirmación.
Para quienes estaban acostumbrados a tu disponibilidad incondicional, este cambio representa una amenaza. Ya no pueden influir sobre ti como antes. Entonces, intentan modificar la narrativa: te retratan como egoísta, insensible o incluso agresivo/a. Esta inversión de roles es una forma común de proyección y manipulación emocional. Al no poder controlar tu conducta, intentan controlar la percepción que los demás tienen de ti.
Pero este conflicto no significa que estés haciendo algo mal. Al contrario, es una señal de que estás saliendo de una dinámica disfuncional. Estás ejerciendo tu autonomía. Y si eso implica que algunos te perciban como el/la "villano/a", es un precio justo por dejar de ser la persona que se anulaba para encajar.
Desde la psicología, esto es crecimiento. Es sanar. Es recuperar tu poder personal
Lic. Mariana Padriali