Gloria al señor

Gloria al señor Un lugar donde estaremos más cerca de ti , con Dios , Jesus y María

LITURGIA 21 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Blanco 33ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evange...
20/11/2025

LITURGIA 21 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Blanco
33ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 19,45-48.
Jesús al entrar al Templo, se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles: "Está escrito: Mi casa será una casa de oración, pero ustedes la han convertido en una cueva de ladrones".
Y diariamente enseñaba en el Templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los más importantes del pueblo, buscaban la forma de matarlo.
Pero no sabían cómo hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba y estaba pendiente de sus palabras.
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

La conmemoración de la Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo, celebrada desde el siglo VI, nos señala una vida completamente encomendada a Dios. María, siendo aún niña, fue llevada por sus padres al templo de Jerusalén y ofrecida a Dios. Esta temprana experiencia preparó su corazón para convertirse en el «templo del Hijo de Dios».

Después de purificar el templo de impurezas, Jesús enseñó allí diariamente. Y aún hoy, continúa enseñándonos en cada momento de nuestra vida. Nos enseña a vivir rectamente, recordándonos que la vida no se trata de acumular bienes materiales ni logros intelectuales. Para Jesús, la vida es servicio. La vida es humildad. La vida es sacrificio. La vida es sencillez. La vida es amor incondicional.

¿Qué habrá estado enseñando Jesús en el templo cada día? Podemos imaginar que habló sobre cómo comportarse en la casa de Dios. Quizás también les enseñó cómo vivir una vida agradable al Padre. ¿Existe un modelo para nuestras propias vidas? Por supuesto que sí: la vida del mismo Jesús. Su vida es el modelo perfecto de santidad y propósito. Pero, ¿estamos dispuestos a seguir sus pasos?

Como seguidores de Cristo, seamos también maestros como él. Enseñemos a nuestros hijos acerca de Jesús y guiémoslos para que muestren reverencia y disciplina en la iglesia. Proclamemos la vida de Jesús no solo con palabras, sino también con nuestras acciones diarias, pues es a través de nuestro ejemplo que mejor reflejamos al Señor. Puede que algunos piensen que su estilo de vida ya no encaja en nuestro mundo acelerado y tecnológico.

Pero la verdad es esta: la vida de Jesús es más relevante hoy que nunca. Basta con ver cómo se corrompen nuestros valores, cómo se devalúa la vida humana, incluso cómo se destruye en el vientre materno. Verdaderamente, Jesús es un hombre para todas las épocas y para todas las generaciones. Sus enseñanzas siguen siendo atemporales, poderosas y esenciales. Por lo tanto, debemos escucharlo con corazones abiertos y espíritus dispuestos.

¿Estamos realmente escuchando al Señor?

LITURGIA 20 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde33ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangeli...
19/11/2025

LITURGIA 20 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
33ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 19,41-44.
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

¿Obedecemos a Jesús cuando nos invita a dejar de pecar, o cuando nos exhorta con dulzura a evitar a las personas y los lugares que nos llevan al pecado? Muchas veces, Jesús nos habla a través de quienes nos rodean: un familiar, un amigo o incluso mediante un acontecimiento que transforma la vida. En su amorosa sabiduría, utiliza estos momentos para guiarnos lejos de la oscuridad y hacia su luz.

Durante su ministerio terrenal, Jesús llamó a la gente al arrepentimiento con claridad y compasión. Algunos le abrieron su corazón, pero muchos optaron por continuar en su vida de pecado. Al ignorar su invitación, se cargaron con problemas que podrían haber evitado fácilmente si tan solo hubieran escuchado.

Cuando examinamos detenidamente nuestra propia vida, nos damos cuenta de que también nosotros hemos sido advertidos con amor, guiados con dulzura y recordados con ternura a vivir vidas puras y renovadas. Una y otra vez, Dios nos brinda oportunidades llenas de gracia para abandonar nuestra pecaminosidad. Pero ¿escuchamos? A menudo, no. Seguimos el camino de nuestros propios deseos y nos dejamos influenciar por fuerzas que nos alejan del amoroso abrazo de Jesús.

Sin embargo, Jesús sigue siendo el amigo más fiel que jamás tendremos. Es nuestro consejero más sabio, nuestro compañero fiel y nuestro guía infalible. Cuando lo escuchamos, no perdemos nada y lo ganamos todo: paz, claridad, propósito y la alegría que solo Él puede dar.

¿Estamos realmente escuchando a Jesús, o seguimos escuchando las voces que nos alejan de Él?

LITURGIA 19 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde33ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangeli...
18/11/2025

LITURGIA 19 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
33ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 19,11-28.
Jesús dijo una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
El les dijo: "Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida.
Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: 'Háganlas producir hasta que yo vuelva'.
Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: 'No queremos que este sea nuestro rey'.
Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno.
El primero se presentó y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más'.
'Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades'.
Llegó el segundo y le dijo: 'Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más'.
A él también le dijo: 'Tú estarás al frente de cinco ciudades'.
Llegó el otro y le dijo: 'Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo.
Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado'.
El le respondió: 'Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigente, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré,
¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses'.
Y dijo a los que estaban allí: 'Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más'.
'¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!'.
Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene.
En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia".
Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

¿Cuál es nuestra misión en este mundo? Nuestra misión es convertirnos en seguidores productivos del Señor. ¿Y cómo podemos lograrlo? Cuando compartimos nuestra fe, confrontamos y evitamos el pecado, y hacemos el bien, nos convertimos en seguidores fructíferos. Pero cuando elegimos no hacer nada por el Señor, nos convertimos en seguidores improductivos que no dan fruto para su reino.

El buen Señor nos invita amorosamente a compartir nuestra fe para que podamos crecer, pues esta es la única manera de dar verdadero fruto. Sin embargo, muchos dudamos, diciéndonos que no sabemos lo suficiente sobre Jesús o sobre nuestra fe católica. Pero ¿cómo podemos crecer en lo que no buscamos comprender? ¿Cómo podemos amar a Alguien a quien no nos esforzamos por conocer más profundamente?

El secreto para conocer a Jesús es sencillo: debemos abrir nuestros corazones para descubrirlo cada día. Cuanto más descubrimos quién es Él, más recibimos la gracia y las herramientas para convertirnos en sus seguidores productivos. Y uno de los mejores lugares para comenzar este camino de descubrimiento es a través de nuestra presencia fiel en la Santa Misa, donde Jesús mismo nos encuentra, nos alimenta y nos enseña.

Por lo tanto, necesitamos conocer más a Jesús para madurar en la fe y, con el tiempo, compartir con alegría lo que hemos aprendido y amado de Él. El Señor ya nos ha dotado de la gracia que necesitamos mediante el Bautismo y la Confirmación. Ha sembrado sus dones en nosotros; ahora estamos llamados a cultivarlos.

Pero ¿permitiremos que Jesús nos guíe a un encuentro más profundo con Él, o seguiremos escondiéndonos tras nuestras excusas y miedos?.

LITURGIA 18 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde33ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangeli...
17/11/2025

LITURGIA 18 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
33ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 19,1-10.
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

Se cuenta la historia de un hombre que aspiraba a ser rico porque creía que, una vez alcanzada la riqueza, por fin experimentaría la felicidad y la plenitud. Trabajó incansablemente para lograr su ambición, incluso hasta el punto de ensuciarse las manos con dinero mal habido.

Y aunque finalmente se hizo rico, no era ni feliz ni se sentía realizado. Su corazón seguía inquieto, hasta que encontró a Jesús. A partir de entonces, su vida cambió y finalmente descubrió la paz y la plenitud que su alma anhelaba.

Zaqueo era muy parecido a ese hombre, y muy parecido a muchos de nosotros. Aspiraba a ser rico a cualquier precio. Su trabajo como recaudador de impuestos ayudó a que esa ambición se convirtiera en realidad, y no dudó en enriquecerse con dinero corrupto. Exteriormente, parecía exitoso, poderoso y seguro. Pero en su interior, estaba vacío, intranquilo y sin paz.

Quizás, tras entregarse a los lujos de la riqueza y la influencia ilícitas, Zaqueo se dio cuenta de que aún le faltaba algo esencial. A pesar de tener casi todo lo que podía desear en este mundo, su corazón seguía inquieto. Anhelaba algo más, algo más profundo, algo que ni el dinero ni el poder podrían darle.

Muchos nos identificamos con esto. Perseguimos riqueza, éxito, estatus o poder, pensando que con ello finalmente encontraremos la satisfacción. Nos esforzamos más, acumulamos más y competimos ferozmente, creyendo que una vez que lo logremos, por fin seremos felices. Pero a menudo, cuanto más ganamos, menos tranquilos dormimos. Nuestros corazones permanecen ansiosos, nuestras mentes inquietas y nuestros espíritus intranquilos, todo porque intentamos llenar el hambre espiritual con cosas materiales.

Pero algo le sucedió a Zaqueo. Cuando oyó hablar de Jesús, la esperanza renació en su corazón. Desde entonces, se prometió a sí mismo que buscaría a Jesús sin importar lo que costara. Y cuando Jesús pasó, Zaqueo corrió con todas sus fuerzas.

No le importó abrirse paso entre la multitud. No le importó trepar a un sicómoro con tal de vislumbrar a Aquel que podía sanar su corazón cansado. En lo más profundo de su ser, sabía que solo Jesús podía darle la paz y la plenitud que había buscado toda su vida.

Zaqueo encontró en Jesús lo que la riqueza y el poder jamás podrían ofrecerle. Y lo mismo sigue siendo cierto para nosotros hoy. Quizás tengamos nuestras propias ambiciones, nuestras propias metas, nuestros propios retos que superar. Pero, al final, la verdadera paz y la plenitud duradera solo se encuentran en Jesús.

¿Qué perseguimos hoy? Y cuando Jesús pase a nuestro lado, ¿estaremos dispuestos a esforzarnos al máximo para encontrarnos con Él y dejar que transforme nuestras vidas?.

LITURGIA 17 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde33ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangeli...
16/11/2025

LITURGIA 17 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
33ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 18,35-43.
Cuando se acercaba a Jericó, un ciego estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba mucha gente, preguntó qué sucedía.
Le respondieron que pasaba Jesús de Nazaret.
El ciego se puso a gritar: "¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!".
Los que iban delante lo reprendían para que se callara, pero él gritaba más fuerte: "¡Hijo de David, ten compasión de mí!".
Jesús se detuvo y mandó que se lo trajeran. Cuando lo tuvo a su lado, le preguntó: "¿Qué quieres que haga por ti?". "Señor, que yo vea otra vez".
Y Jesús le dijo: "Recupera la vista, tu fe te ha salvado".
En el mismo momento, el ciego recuperó la vista y siguió a Jesús, glorificando a Dios. Al ver esto, todo el pueblo alababa a Dios.
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

¿Vale la pena ser persistente y tener fe en Jesús?

Siempre vale la pena ser persistente en cualquier empresa que emprendamos, porque la persistencia siempre trae recompensa. ¿Cuántas historias de éxito se han construido sobre la persistencia? Quizás miles, tal vez incluso millones. Estas personas persistentes trabajan con ahínco y en silencio, se esfuerzan diligentemente y se niegan a rendirse hasta lograr su propósito.

El ciego del Evangelio también demostró una persistencia admirable. Nunca dejó de clamar: «¡Hijo de David!», incluso cuando quienes lo rodeaban intentaban silenciarlo. Se negó a desanimarse. Y gracias a su perseverancia, esta finalmente llamó la atención de Jesús. Pero no fue solo la persistencia lo que lo acercó al Señor, sino también su fe profunda e inquebrantable.

Después, Jesús le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?». Y con la confianza de un niño, respondió: «Señor, por favor, déjame ver». Entonces Jesús le dijo: «Ya ves; tu fe te ha salvado».

¿Pero qué habría pasado si el ciego se hubiera rendido? ¿Qué habría pasado si hubiera permitido que el desaliento, la crítica o el ruido ahogaran su voz? ¿Qué habría pasado si hubiera dudado de su valía o cuestionado la misericordia de Jesús? Se habría perdido el milagro que transformó su vida.

De la misma manera, nosotros también estamos llamados a perseverar y a aferrarnos a una fe firme en Jesús. Quizás no veamos ninguna señal de esperanza en este momento. Quizás nos sintamos ignorados o desatendidos. Sin embargo, Jesús responde en su tiempo perfecto, y su tiempo siempre está lleno de amor, sabiduría y propósito.

Así que sigamos clamando a Él. Perseveremos en la oración. Confiemos en su amor incluso cuando no veamos su mano. Él nos escucha más de lo que imaginamos y camina con nosotros más de lo que nos damos cuenta.

¿Estamos dispuestos a perseverar en nuestros clamores a Jesús y a mantener nuestra fe firme incluso cuando las respuestas parezcan tardar?.

LITURGIA 16 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde33er  Domingo del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evang...
15/11/2025

LITURGIA 16 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
33er Domingo del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 21,5-19.
Como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: "De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido".
Ellos le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?".
Jesús respondió: "Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: 'Soy yo', y también: 'El tiempo está cerca'. No los sigan.
Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin".
Después les dijo: "Se levantará nación contra nación y reino contra reino.
Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo."
Pero antes de todo eso, los detendrán, los perseguirán, los entregarán a las sinagogas y serán encarcelados; los llevarán ante reyes y gobernadores a causa de mi Nombre, y esto les sucederá para que puedan dar testimonio de mí.
Tengan bien presente que no deberán preparar su defensa,
porque yo mismo les daré una elocuencia y una sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir.
Serán entregados hasta por sus propios padres y hermanos, por sus parientes y amigos; y a muchos de ustedes los matarán.
Serán odiados por todos a causa de mi Nombre.
Pero ni siquiera un cabello se les caerá de la cabeza.
Gracias a la constancia salvarán sus vidas.»
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

Hay una historia sobre un hombre que vivía cada día agobiado por el cinismo, el miedo y la preocupación. Sus pensamientos solo giraban en torno a estas tres cosas. Un día, un amigo le preguntó si creía en Dios. Él respondió: «No, no creo en Dios». Cuando le preguntaron por qué, dijo: «Porque nadie me ha hablado de tu Dios ni me ha contado nada sobre Él».

Cerca de allí estaba otro amigo llamado Jessie, un católico practicante, que escuchó la conversación. Movido por la compasión, se acercó al hombre angustiado y le preguntó si podía dedicarle una hora cada domingo por la tarde para hablarle de Jesús y de su fe católica. El hombre dijo: «Sí, puedo dedicarte una hora, o incluso más. Empecemos cuanto antes».

Y así sucedió: un domingo, Jessie visitó la casa de su amigo y compartió todo lo que sabía sobre Jesús y la fe católica. El hombre escuchó con atención; absorbió cada palabra, y pronto empezó a crecer en él una profunda sed de Jesús.

Comenzó a leer libros sobre Jesús y la Iglesia Católica, y este camino finalmente lo llevó al bautismo. Después de su bautismo, el miedo y la preocupación que antes dominaban su vida se desvanecieron. Ya no era el mismo, pues ahora Jesús moraba en él.

En el Evangelio de hoy, Jesús habla sobre el fin de los tiempos: nos recuerda la fragilidad de la vida, la fugacidad de las cosas materiales y la realidad de la persecución e incluso la muerte. Sin embargo, en medio de estas imágenes inquietantes, nos dice con dulzura que no temamos, porque Él mismo cuidará de nosotros.

Las experiencias que se asemejan al fin de los tiempos son reales. Muchas personas a nuestro alrededor se enfrentan a la desesperanza, la angustia y la oscuridad interior en este preciso momento. ¿Y cuál suele ser la raíz de su desesperación? Aún no saben que hay Alguien —Jesús— que salva, que consuela, que fortalece, que sana y que da una paz que sobrepasa todo entendimiento.

Como seguidores de Cristo, estamos llamados a marcar la diferencia en la vida de quienes aún no lo conocen. Estamos invitados a ser como Jessie: a presentar a Jesús a otros, a acompañarlos con paciencia, amor y dulzura. Innumerables vidas han cambiado gracias a que alguien les compartió valientemente a Jesús. Sin embargo, muchos más a nuestro alrededor permanecen perdidos, inquietos y desesperados por encontrar esperanza.

Por lo tanto, debemos actuar. Debemos amar con valentía, hablar con dulzura y dar testimonio fiel, sin temor a las consecuencias. Porque Jesús mismo nos asegura: «Serán odiados por todos por causa de mi nombre, pero ni un cabello de su cabeza se perderá. Con su perseverancia salvarán sus vidas» (Lucas 21:17-19).

LITURGIA 15 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde32ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangeli...
14/11/2025

LITURGIA 15 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
32ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 18,1-8.
Jesús enseñó con una parábola que era necesario orar siempre sin desanimarse:
"En una ciudad había un juez que no temía a Dios ni le importaban los hombres; y en la misma ciudad vivía una viuda que recurría a él, diciéndole: 'Te ruego que me hagas justicia contra mi adversario'.
Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después dijo: 'Yo no temo a Dios ni me importan los hombres, pero como esta viuda me molesta, le haré justicia para que no venga continuamente a fastidiarme'".
Y el Señor dijo: "Oigan lo que dijo este juez injusto.
Y Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos, que claman a él día y noche, aunque los haga esperar?
Les aseguro que en un abrir y cerrar de ojos les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra?".
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

¿Oramos siempre con perseverancia? ¿Oramos de verdad, sin desanimarnos, hasta recibir lo que le pedimos a Dios? Jesús, en nuestro Evangelio, nos enseña que debemos ser constantes en la oración. Incluso cuando lo que buscamos parece imposible, estamos llamados a orar con perseverancia, porque lo que es imposible para nosotros se vuelve posible por medio de Jesús.

En el Evangelio de hoy, nos encontramos con un juez insensible, alguien que no temía a Dios ni respetaba a nadie. Sin embargo, cuando la viuda acudió a él incansablemente en busca de justicia, finalmente accedió a su petición. ¿Por qué? Porque ella se negó a darse por vencida.

Si estuviéramos en el lugar de la viuda, sabiendo que el juez era impertinente y cruel, ¿perseveraríamos aún más en presentar nuestra petición? ¿O simplemente nos alejaríamos y nos dejaríamos vencer por el desaliento?

Cuando presentamos nuestras peticiones ante Dios, se nos invita a cultivar un corazón que no se cansa de orar. Se nos exhorta a pedirle humildemente una y otra vez que nos conceda lo que buscamos, confiando en que su tiempo es perfecto y su sabiduría mucho mayor que la nuestra. No importa si su respuesta parece demorarse; lo que realmente importa es que sigamos orando, que sigamos confiando y que nunca nos demos por vencidos.

La vida nos recuerda constantemente que quienes perseveran —quienes se niegan a rendirse a pesar de las pruebas, las demoras o los contratiempos— finalmente reciben lo que buscan. Esta verdad resplandece en la perseverancia de la viuda en nuestro Evangelio.

Que nosotros, como ella, mantengamos firme nuestra fe y perseveremos en la oración incluso cuando Dios parezca guardar silencio, sabiendo que su amor por nosotros nunca flaquea.

Al reflexionar hoy, nos preguntamos: cuando Dios parece tardar en responder, ¿perseveramos en la oración llena de fe o renunciamos en silencio al milagro que tal vez esté preparando para nosotros?.

LITURGIA 14 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde32ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangeli...
13/11/2025

LITURGIA 14 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
32ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 17,26-37.
Jesús dijo a sus discípulos: "En los días del Hijo del hombre sucederá como en tiempos de Noé.
La gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca y llegó el diluvio, que los hizo morir a todos.
Sucederá como en tiempos de Lot: se comía y se bebía, se compraba y se vendía, se plantaba y se construía.
Pero el día en que Lot salió de Sodoma, cayó del cielo una lluvia de fuego y de azufre que los hizo morir a todos.
Lo mismo sucederá el Día en que se manifieste el Hijo del hombre.
En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás.
Acuérdense de la mujer de Lot.
El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará.
Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado;
de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada".
Entonces le preguntaron: «¿Dónde sucederá esto, Señor?»
Jesús les respondió: "Donde esté el cadáver, se juntarán los buitres".
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

¿Por qué la Iglesia nos llama constantemente a abandonar nuestra condición de pecadores? Desde el principio de los tiempos, la Iglesia no ha dejado de recordarnos que vivamos una vida digna ante los ojos del Señor. ¿Pero por qué nos hace este llamado?

Porque la Iglesia, como una madre amorosa, quiere prepararnos para el Día del Juicio, un día que desconocemos cuándo llegará. Por lo tanto, cuanto antes respondamos a este llamado al arrepentimiento, mejor para nosotros, pues la verdadera conversión nos salvará de un castigo indescriptible y nos conducirá a la paz eterna.

En tiempos de Noé y Lot, la gente estaba tan absorta en los placeres mundanos y las actividades inmorales que ignoró las advertencias de Dios. Sin previo aviso, sobrevino la catástrofe. ¿Por qué sucedió? Sucedió porque estaban consumidos por sus deseos: su lujuria, su avaricia y su amor por el pecado.

Lamentablemente, a menudo no aprendemos de estas lecciones del pasado. Incluso hoy, muchos permitimos que el pecado domine nuestros corazones y nuestras decisiones. Seguimos albergando la presencia del mal entre nosotros, a menudo sin darnos cuenta de cómo debilita nuestra relación con Dios.

Debemos abandonar estos caminos pecaminosos mientras aún tenemos tiempo. El pecado jamás nos traerá verdadera felicidad; solo conduce a la inquietud, la confusión y la desesperación. Cuanto más cedemos al pecado, más pierden nuestras vidas la paz y el rumbo. Pero si nos volvemos a Dios, su misericordia nos abrazará y su gracia renovará nuestros corazones.

Así pues, hoy, reflexionemos profundamente: ¿Seguimos aferrándonos a aquello que nos separa de Dios, o estamos listos para soltarlo y permitir que su amor transformador nos cambie por completo?

LITURGIA 13 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Verde32ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangeli...
12/11/2025

LITURGIA 13 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Verde
32ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 17,20-25.
Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: "El Reino de Dios no viene ostensiblemente,
y no se podrá decir: 'Está aquí' o 'Está allí'. Porque el Reino de Dios está entre ustedes".
Jesús dijo después a sus discípulos: "Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán.
Les dirán: 'Está aquí' o 'Está allí', pero no corran a buscarlo.
Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día.
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación."
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

¿Tenemos ya conciencia del Reino de Dios?

Cada uno de nosotros tiene un grado diferente de conciencia del Reino de Dios. Para algunos, ya está aquí y ahora, vivo y activo en sus corazones. Esta profunda conciencia suele brotar de una fe sólida como una roca y una íntima relación con Dios, una fe que se nutre constantemente mediante la oración, la reflexión y la obediencia a su voluntad.

Sin embargo, también hay momentos en que nos volvemos menos sensibles al Reino de Dios en nuestras vidas. Algunos incluso viven como si la vida terminara con la muerte, sin darse cuenta de que el Reino de Dios es real y eterno. He aquí nuestro desafío: ¿qué podemos hacer para que otros lleguen a conocer y experimentar el Reino de Dios?

¿Debemos predicar sobre él? ¿Debemos enseñar sobre él? Sí, pero más allá de las palabras, estamos llamados a vivirlo. Debemos predicarlo, enseñarlo y, sobre todo, encarnarlo en la forma en que amamos, perdonamos y servimos. De lo contrario, podríamos perderlo de vista y seguir viviendo sin la santa conciencia que nos aleja del pecado.

El Reino de Dios ya está dentro de nosotros: quienes conocemos y amamos a Jesús, y quienes buscamos seguirlo cada día. Por lo tanto, nuestra misión es clara: compartir y vivir las enseñanzas de Jesús para que otros también despierten a su Reino y descubran su poder vivificante.

¿Vivimos y compartimos verdaderamente el Reino de Dios en nuestra vida diaria, o hemos permitido que el ruido del mundo silencie la voz de su presencia en nosotros?

LITURGIA 12 de Noviembre del 2025Ciclo C- Año par - Color Blanco32ª Semana del Tiempo OrdinarioLectura del Santo Evangel...
11/11/2025

LITURGIA 12 de Noviembre del 2025
Ciclo C- Año par - Color Blanco
32ª Semana del Tiempo Ordinario

Lectura del Santo Evangelio según Lucas 17,11-19.
Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea.
Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!".
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano.
Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están?
¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?".
Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".
Palabra del Señor.

Reflexión

Queridos hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!

¿Qué nos pide Dios para sanar nuestras enfermedades físicas y emocionales?

Dios nos pide fe, humildad y gratitud.

En el Evangelio de hoy, mientras Jesús iba camino a Jerusalén, le llamó la atención desde lejos diez hombres que clamaban con fe: «¡Jesús, Maestro! ¡Ten piedad de nosotros!». No fueron sus voces fuertes lo que llamó la atención del Señor, sino sus corazones llenos de fe, que lo conmovieron profundamente. Jesús vio más allá de sus heridas y su dolor; vio su confianza en Él.

Como resultado, los diez fueron sanados. Sin embargo, no todos fueron lo suficientemente humildes y agradecidos como para regresar y reconocer a Aquel que los había sanado. Solo un hombre, un samaritano, un extranjero, volvió para darle las gracias a Jesús. Su acto de gratitud reveló no solo un cuerpo sanado, sino un corazón transformado.

Entonces Jesús dijo: «¿No son diez los que han sido sanados? ¿Dónde están los otros nueve?». ¿Por qué preguntó esto? ¿Acaso buscaba ser alabado? Por supuesto que no. Jesús buscó a los demás porque quería ver si poseían las virtudes de la humildad y la gratitud. Lamentablemente, no regresaron. Su sanación era completa en lo físico, pero incompleta en lo espiritual.

De este Evangelio podemos extraer tres valiosas lecciones que nos iluminan en nuestro camino de fe:

Primero, debemos tener siempre fe en Jesús. Sin importar las adversidades que azoten nuestra vida, jamás debemos perder nuestra confianza en Él. Nuestra fe es el ancla que nos sostiene cuando todo lo demás parece incierto.

Segundo, debemos humillarnos siempre ante Dios sometiéndonos a su voluntad, no a la nuestra. El plan de Dios para nosotros siempre es mayor y más sabio que cualquier plan que podamos concebir por nuestra cuenta. La verdadera humildad nos permite renunciar al control y dejar que su gracia guíe nuestros pasos.

Tercero, debemos ser siempre agradecidos. Cada día, Dios nos colma de innumerables bendiciones: algunas pequeñas, otras grandes, todas preciosas. El alimento en nuestra mesa, la salud de la que gozamos, el aliento que tomamos cada mañana: pueden parecer cosas ordinarias, pero son dones extraordinarios de un Padre amoroso. La gratitud nos abre los ojos para ver Sus milagros en los momentos más cotidianos.

Por lo tanto, cultivemos siempre corazones llenos de fe, humildad y gratitud. Confiemos en Dios sin importar los desafíos que enfrentemos. Humillémonos ante Él y ante los demás, pues la humildad es la puerta por la que fluyen más bendiciones. Y vivamos cada día con corazones agradecidos, reconociendo los pequeños y grandes milagros que Dios obra en nuestras vidas.

¿Nos hemos vuelto como el samaritano —fieles, humildes y agradecidos— o, tal vez sin darnos cuenta, nos hemos alejado sin regresar para agradecer al Señor que nos sana y nos bendice cada día?

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