10/05/2022
Ni buena, ni mala madre.
Mejor madres reales, viviendo su verdad, haciéndose cada día más conscientes.
No se nos enseñó que todo ocurre de adentro hacia a fuera y que todo cambia cuando nos cambiamos a nosotras mismas.
Madres queriendo hijos libres y valientes, pero incapaces de ir tras sus sueños.
Madres queriendo hijos felices pero viven enmascarado su pena. Madres queriendo hijos exitosos, pero incapaces de conectar con sus dones.
Madres queriendo hijos que se sientan cómodos en su piel, pero incapaces de aceptarse a sí mismas.
Madres queriendo hijos que se sientan seguros de sí mismos, pero culpándose y sintiéndose no merecedoras.
Madres queriendo hijos con sana autoestima, pero violentándose a sí mismas.
En definitiva, madres queriendo hijos que conquisten sus propias luchas internas.
Y así vamos en esa historia sin fin, madres que se han resignado a su herida y se han rendido en la batalla de sanarse a sí mismas.
¿Qué tal si mejor?
UNA MADRE REAL que muestre su vacío, que exponga su incapacidad de llenarlo. Que muestre su deseo de hacerlo y también su miedo.
Mamá todo el malestar emocional que puedas sentir está allí para obligarte a moverte, no te conviertas en una nave encallada en medio del mar, no importa tanto lo que muestre tu dolor, tristeza, miedo, rabia; siempre que le enseñes a tu hijo como te esfuerzas en moverte a ti misma hacia aguas plácidas.
Como no te resignas al dolor y te sanas a ti misma.
No creo que nuestros hijos salgan sin heridas de su niñez. Vamos con nuestro dolor a cuestas dando todo lo que tenemos, luz y oscuridad, consciencia e inconsciencia. Personalmente no me parece terrible, ni me hace sentir culpable, nuestro hijos tendrán que vivir su propia historia de transformación, si no que sentido tendría encarnar. Nuestro más amoroso legado es enseñarle a ellos con nuestro ejemplo que sanar es una aventura y que podemos convertirnos en nuestra propia medicina...
¡Feliz día de las madres!