08/11/2025
🧠📱 Infancias desconectadas: cómo la tecnología y la sobreprotección están moldeando cerebros vulnerables
● La violencia y la inseguridad en México han vaciado las calles, encerrando a los niños en casa y entregándolos a la tecnología como refugio.
● La primera generación que llegó a la pubertad con un teléfono en el bolsillo enfrenta una crisis silenciosa en su desarrollo emocional y cognitivo
Por Domingo Canales Rodríguez **
Jueves 6 de Noviembre 2025
■ Durante siglos, la infancia fue el territorio de la curiosidad, el juego y la exploración. Pero algo cambió silenciosamente en las últimas dos décadas. Los niños de la Generación Z crecieron con un teléfono inteligente en el bolsillo, accediendo a un universo tan fascinante como inestable. Sin que nadie lo advirtiera, millones de cerebros en desarrollo quedaron enganchados durante su etapa más vulnerable, justo cuando el cerebro humano se encuentra en pleno proceso de reconfiguración.
⚡ Un cerebro que busca recompensa
En la infancia y adolescencia, las regiones cerebrales ávidas de recompensa —las que nos hacen desear placer inmediato y aprobación social— maduran mucho antes que la corteza prefrontal, responsable del autocontrol, la planificación y la resistencia a las tentaciones.
Esa parte del cerebro no alcanza su madurez total hasta alrededor de los 25 años, lo que deja a los jóvenes en una peligrosa asimetría: mucho deseo, poco control.
Y en ese desequilibrio, las redes sociales y los videojuegos hallaron el terreno perfecto para colonizar la atención infantil.
🧩 Una gran reconfiguración de la infancia
La transformación no se debe sólo a la tecnología. Existe otro fenómeno igualmente disruptivo: la sobreprotección por los padres.
En su afán por evitar peligros, muchos padres han reducido la autonomía de sus hijos, privándolos del juego libre y de las pequeñas adversidades cotidianas que fortalecen el carácter.
Esas frustraciones y contratiempos —caídas, peleas, reconciliaciones— son en realidad vacunas emocionales que preparan a los niños para los desafíos mayores de la vida adulta.
Pero la inseguridad en las ciudades y el miedo generalizado empujaron a las familias a un error doble: cerrar las calles y abrir las pantallas.
Los niños dejaron de tener libertad física y la reemplazaron por libertad digital.
Y en ese mundo virtual, sin límites claros ni contención emocional, aprendieron a regularse con “likes” en lugar de con experiencias reales.
😔 Padres desbordados, hijos desconectados
La mayoría de los padres no entendió del todo qué estaba ocurriendo. No sabían cómo restringir el uso de la tecnología ni anticipar sus efectos.
Muchos creyeron que mantener a los niños “seguros” en casa era suficiente, sin notar que la verdadera exposición ocurría en línea.
Sin embargo, millones de años de evolución muestran que los seres humanos necesitan la interacción social, el juego y la autonomía para aprender a regular sus emociones y construir resiliencia.
Cuando esa etapa se sustituye por pantallas, surgen consecuencias: privación social, falta de sueño, fragmentación de la atención y adicciones digitales.
🩺 Un patrón preocupante
Cada vez más especialistas observan que los problemas emocionales y de conducta de los jóvenes tienen sus raíces en dos fuerzas convergentes: la sobreprotección y el abuso tecnológico.
El resultado es una generación que, pese a tener acceso ilimitado a información, carece de herramientas para enfrentar el mundo real.
** Lic. Psicología
** Maestría Ciencias de la Educación
** Doctorante en Educación