12/08/2025
¿DÓNDE NACE UN ADICTO?
Un adicto no nace el día que toma su primera copa.
El origen está mucho antes…
en el vacío emocional,
en las heridas no nombradas,
en los vínculos rotos o ausentes.
La adicción aparece como recurso.
Como intento de calmar algo que no se puede decir.
Como anestesia frente a un dolor interno que nunca encontró palabras.
No es la sustancia…
es el sufrimiento que se esconde detrás del consumo.
La soledad que se disimula en una fiesta.
La ansiedad que se calla en cada brindis.
La rabia acumulada, la tristeza que no tuvo espacio,
el niño interior que nunca fue escuchado.
Desde el psicoanálisis, el alcoholismo o la drogadicción no es solo una adicción química.
Es un síntoma.
Una expresión del psiquismo que no sabe otra forma de defenderse del vacío, del trauma, de la angustia.
El adicto no busca placer.
Busca olvido.
Busca paz.
Busca apagarse cuando el mundo interior se vuelve insoportable.
Y aunque el cuerpo se dañe, el alma cree que por unos minutos va a poder respirar.
Muchos adictos vivieron historias de abandono, de violencia, de exigencia extrema.
Crecieron sin contención emocional, sin un otro que pudiera escuchar su malestar.
Y aprendieron a cargar con todo. A callar. A adaptarse.
Hasta que el cuerpo y la mente buscaron una salida.
Y las sustancias fueron la puerta más rápida… pero también la más destructiva.
El problema no es la sustancia.
Es lo que representa.
Es lo que intenta cubrir.
Es la historia que no fue narrada.
Es el llanto que no se permitió.
Es el trauma que no fue simbolizado.
La salida no es solo dejar de consumir.
Es mirar lo que hay detrás.
Es ir hacia ese origen emocional.
Es desandar la historia, ponerle palabras a lo que dolió, y construir una nueva forma de vivir sin anestesia.
Nadie elige ser adicto.
Pero sí se puede elegir sanar.
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