24/01/2024
Algunas personas me dicen "brujita", como si se requiriera un diminutivo para tan grande palabra. No, no es molesto, digamos que llama mi atención. Algunas otras me preguntan: "¿pero bruja buena?". Considero que en mí, como en todas las personas, habita el sol y la luna. La noche y el día. Cuando comencé el camino de la sabia, de la sacerdotisa, hice un juramento de "sin dañar, haz lo que desea tu corazón" y me percaté de que aquello que haga se me devolverá "tres veces tres". Y no es por miedo a lo que pase que respeto el libre albedrío, sino porque entiendo lo sagrado que es. Porque entiendo que cada uno tenemos un camino y respetar el camino del otro es respetar el propio. Nadie es eterno en la tierra; nadie es eterno allá en el lugar del eterno verano. Lo que es eterno para mí, como bruja, como mujer sabia, es la búsqueda de conocimiento. Y si me preguntas de magia transformadora, de biodescodificación, de psicosomática, de otros planos, de runas, de numerología, de registros akáshicos, de sanación y bendición de útero, entre otras cosas, quizá pueda responderte. Soy una bruja lectora, sanadora, acompañante de diversas técnicas de sanación. Mi herramienta es la palabra, las manos, el saber. Mi herramienta es el amor, y la palabra "bruja" no me da miedo, aunque haya sido usada para insultar cuando las personas le temían a lo que no sabían explicar. ¿Cómo me di cuenta de que era una bruja? Cuando supe lo que era una bruja, cuando me di la oportunidad de estudiar con otras brujas y de conocer mujeres que respetan el camino de las otras. Cuando conocí la hermandad entre mujeres.
¡Gracias por sanar! ¡Si sana uno, sanamos todos!
Del muro de la maestra bruja Georgina Illien Cárdenas Corona