EL SUR TAMBIÉN EXISTE
UNA FUNDACION, ¿PARA QUIÉN?
En los pueblos del Sur la gente sigue contando el paso del tiempo por la memoria de sucesos que marcan sus vidas con el recuerdo de desastres cíclicos: el año de la sequía, el terremoto, el año de la inundación… en octubre del 2005 un huracán bautizado con el nombre de Stan arrasó las zonas de la costa y sierra de Chiapas, dejando un rastro de destrucción que aún hoy, mediados del 2008, perdura no sólo en el recuerdo de quienes sufrieron sus efectos, sino en las familias que actualmente siguen emigrando, continúan sin vivienda ni escuela para los hijos o padecen las secuelas del saldo que el huracán dejó en las tierras productivas o en el campo de la salud. Una breve fotografía de datos nos enmarca la magnitud del desastre:
- 40,000 viviendas afectadas
- 600 carreteras destrozadas
- 41 municipios afectados. Algunos aislados completamente durante varios días.
- Más de 12 mil personas damnificadas.
La producción pesquera y cafetalera quedó seriamente afectada, quedando principalmente el sector campesino en un estado de indefensión y vulnerabilidad del que todavía no se recupera.
Hay otros desastres que padecen las poblaciones del sur de México, principalmente destacan los estados de Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Se trata de emergencias permanentes puesto que se componen de pueblos en su mayoría indígenas donde el Estado aplica una política de marginación y asistencialismo que convierte en casos endémicos enfermedades curables como:
El tracoma: infección ocular que se transmite de persona a persona en lugares donde el agua es de mala calidad y hay condiciones de hacinamiento y desnutrición de la población. En Chiapas es una enfermedad endémica en cinco municipios, con más de dos mil personas afectadas por ceguera permanente.
La tuberculosis: 20.000 casos reportados cada año en México con resultado de 6.000 fallecimientos en zonas con desnutrición endémica y carencia de vacunas, así como de nulo seguimiento médico del tratamiento iniciado.
Trabajo infantil: 3.3 millones de menores de edad trabajando principalmente en el sector agrícola y usados en el comercio sexual, así como en diversas actividades de la economía subterránea. Más de 3 millones con el futuro hipotecado por carecer de una base educativa sólida y de un horizonte laboral que les permita romper el círculo pobreza-marginación.
La Fundación el Sur también existe enfocará su trabajo, dedicación y recursos hacia las comunidades en condiciones de marginalidad económica que sufren desastres temporales y otros de carácter permanente como los aquí señalados y que, aunque en muchos casos, están en posesión legal del territorio, carecen de la infraestructura y los recursos para el desarrollo de sus potencialidades, tanto en lo individual como en el aspecto comunitario, no pudiendo aplicar ningún valor agregado a sus productos y actividades, por lo que se limitan a una agricultura de subsistencia y, a veces, optan por la ganadería, que finalmente repercute en la destrucción del entorno, sin solventar las carencias sanitarias ni educativas de estas poblaciones excluidas del progreso social, donde los servicios de salud no llegan y la educación es un pupitre asentado en piso de tierra y un libro compartido entre varios niños.