16/11/2025
Reflexión | No vendas las manos que me sostuvieron
Por Javier F. Ferrero
“Soy la suma de todos los docentes que pasaron por mi vida” dice algo íntimo: reconocer que lo que pienso, lo que sé y hasta cómo me relaciono con el mundo existe porque otras personas me regalaron tiempo, paciencia y conocimiento. No es solo que me enseñaran una materia. Me enseñaron a hacer preguntas, a dudar, a defenderme, a escuchar. Llevo sus gestos encima. Sus manías. Sus frases. Sus silencios. No soy solo “yo”. Soy una cadena de otras personas que creyeron que valía la pena explicarme algo.
La mayoría de esas personas que nos marcaron pudieron ser docentes gracias a que existía un sistema que no ponía un precio de entrada al saber. Si la universidad se convierte en un producto, en algo privado, esa cadena se rompe. Deja de haber docentes que vienen de barrios humildes, de familias pobres, de historias jodidas. Deja de haber aulas donde se mezclan vidas distintas. Empieza a haber un tipo de profesor para un tipo de alumno. Y lo que somos se empobrece.
Cuando digo que "la universidad pública no se vende” no estoy repitiendo un eslogan. Estoy diciendo algo muy personal. Estoy diciendo: no vendas las manos que me sostuvieron. No conviertas en negocio a la gente que me enseñó a leer el mundo. No pongas una barrera de dinero entre quien soy hoy y quien podría llegar a ser alguien que ahora mismo no tiene un duro pero sí una inteligencia brutal esperando un aula que la despierte.
Al final el mensaje completo se podría resumir así: si yo soy la suma de mis docentes, entonces también soy la suma de una apuesta colectiva. De impuestos. De luchas. De gente que peleó para que hubiera escuelas, institutos y universidades abiertas para más personas. Vender la universidad pública sería como vender una parte de mí. Y lo más grave. Sería negar esa posibilidad a quienes vienen detrás.
--
Nuestro trabajo depende de vosotras y vosotros. Si quieres que sigamos haciendo periodismo crítico, incómodo y libre: 👉 https://donorbox.org/aliadas