
16/07/2025
¿Qué es realmente la responsabilidad afectiva en una relación de pareja?
En los últimos años, el término responsabilidad afectiva se ha vuelto cada vez más común. Muchas personas lo asocian con no hacerle daño al otro, con ser honestos y cuidadosos emocionalmente. Y sí, implica eso, pero no se trata de evitar que el otro se frustre, ni de convertirse en garante de su felicidad.
La responsabilidad afectiva no significa hacernos cargo del mundo emocional del otro, ni asumir el rol de “salvadores” frente a sus heridas o carencias.
Como bien lo plantea Eva Illouz, socióloga y autora de El consumo de la utopía romántica, muchas veces las relaciones se convierten en escenarios de expectativas idealizadas, en los que el amor se mide por la capacidad del otro de llenar nuestros vacíos. En ese escenario, la frustración se vuelve insoportable, y entonces se culpa al otro: “Si me amas, no deberías hacerme sentir así.”
Pero no. Amar no es evitar que el otro sienta frustración o tristeza. Amar es poder acompañar sin manipular. Poder poner límites sin culpa. Poder irse si quedarse duele más.
La responsabilidad afectiva no consiste en quedarnos para que el otro no sufra, ni en evitar decir lo que sentimos por miedo a su reacción.
Consiste en ser claros, en no usar el chantaje emocional, en no prometer lo que no estamos dispuestos a sostener, y también en reconocer cuándo estamos usando al otro para no responsabilizarnos de nuestras propias heridas.
Como dice el psicoanalista Luis Hornstein, en el amor adulto debe existir una “renuncia a la omnipotencia”: no podemos serlo todo para el otro, ni esperar que el otro lo sea todo para nosotros.
Imagen: