25/10/2024
¿Hasta cuándo vamos a permitir que nuestros héroes se sientan solos?
La historia de Francisco podría ser la de cualquiera de nosotros.
Francisco era un médico veterinario comprometido y apasionado. Desde que comenzó en la profesión, dedicaba su vida a cuidar a sus pacientes como si fueran suyos, sacrificando tiempo y energía para darles lo mejor. Pasaba largas horas en la clínica, incluso cancelando reuniones familiares, porque siempre había otro caso, otro animal que lo necesitaba.
Con el tiempo, ese compromiso se volvió una carga. Empezó a sentirse atrapado, pensando que debía trabajar más y más para cubrir los gastos de la clínica y de su familia, al mismo tiempo que crecía el peso de las demandas de sus clientes. “No puedo fallarles”, se repetía, mientras se guardaba el dolor que acumulaba a diario. ¿Cómo podría admitir él, que también necesitaba ayuda?
Una noche, luego de un duro día de trabajo, mientras revisaba sus redes sociales, encontró un comentario que lo golpeó como una puñalada. Un cliente, cuyo caso había sido especialmente difícil, lo acusaba públicamente de la muerte de su mascota. “Asesino”, “mataperros”, decían las palabras, y Francisco sentía que lo ahogaban. Esa reputación que había construido con sacrificio y dedicación se veía arruinada en unos pocos segundos. A pesar de haber hecho todo lo posible, el desprecio de esa publicación lo dejó atrapado y sin salida.
La desesperanza lo invadió. La sensación de vacío fue más fuerte que cualquier otra cosa. Y en un momento de profunda oscuridad, Francisco tomó una decisión drástica e irreversible.
¿Y si Francisco hubiese tenido alguien con quien hablar? ¿Y si, en lugar de cargar en silencio, hubiese pedido ayuda? ¿Cuántos están esperando llegar a ese límite para hacer algo al respecto?
Como médicos veterinarios, cuidamos la vida y el bienestar de nuestros pacientes, pero ¿qué pasa con nosotros? ¿Por qué nos cuesta tanto pedir ayuda, manejar nuestras emociones y decir “no puedo solo” o "ya no puedo más"?
Si alguna vez has sentido ese peso sobre tus hombros, recuerda: pedir ayuda, es el primer paso hacia un camino de sanación y equilibrio. Habla con colegas, busca apoyo profesional, establece límites saludables, practica el autocuidado y reconoce tus logros y limitaciones.
Cuidar nuestra salud y bienestar no solo es un acto de amor propio, sino también un compromiso con nuestros pacientes y clientes.
Imagina un mundo donde cada veterinario tuviera un espacio seguro para expresar sus miedos y preocupaciones. Donde el autocuidado fuera una prioridad, no una opción. Donde se reconociera que, para cuidar a otros, primero debemos cuidarnos a nosotros mismos. Comienza con una conversación, un gesto de apoyo, y la decisión de no guardar silencio. Juntos, podemos asegurarnos de que ningún veterinario se sienta solo en su lucha.
Comparte esta historia. Puede salvar una vida.