22/03/2021
LOS AROMAS Y EL SISTEMA LÍMBICO
Mediante el uso de modernos difusores ultrasónicos es posible lograr una dispersión eficiente de los aceites esenciales en el aire gracias a la formación de una nube de pequeñísimas moléculas de agua que, suspendidas en el aire arrastran en ellas las partículas de aceite esencial. Igualmente, de esta forma se logra multiplicar por mucho la superficie de contacto de una sola gota de aceite esencial, siendo una forma muy eficaz de aplicación a través del sistema respiratorio.
De los cinco sentidos, el olfato posee la conexión más directa con el cerebro. En el proceso de la visión (muy avanzado y complejo en el ser humano) una vez que la retina es estimulada por la luz, se inicia un recorrido a través de cinco conexiones sinápticas adicionales desde la corteza occipital hasta la corteza frontal. Por el contrario, el olfato (un sentido más antiguo y primitivo) sólo dista de una sinapsis entre la nariz y la amígdala; la cual canaliza la información sensorial a los centros de asociación superior en la neo corteza. Más a detalle, las células olfativas localizadas en el techo de la cavidad nasal se conectan directamente al bulbo olfatorio dentro de la cavidad craneal. Al ser estimuladas por moléculas olorosas, estas células transmiten instantáneamente impulsos al bulbo olfatorio y de ahí a las estructuras del sistema límbico, entre ellas la amígdala. Esto explica porque las experiencias asociadas con los olores son tan fuertes y a largo plazo.
Hablemos un poco del sistema límbico y su importancia. El concepto de sistema límbico acuñado y popularizado por Paul McLean en los años 50’s como el asiento anatómico de las emociones constituye un elemento de su teoría del cerebro triple. Esta teoría establece que hay tres capas ligadas al desarrollo evolutivo en el cerebro humano; el tallo cerebral o cerebro reptil, responsable de funciones autonómicas como respirar, excretar, flujo sanguíneo, temperatura corporal, etc.; el sistema límbico que rodea el extremo superior del tallo cerebral y que se encarga del control de las emociones; y la neo corteza cerebral que constituye el asiento de la razón.
De esta forma, al tener influencia casi instantánea en este sistema los aceites esenciales pueden ejercer su acción terapéutica en las diferentes estructuras que lo componen. Por ejemplo, el hipocampo interviene en la memoria de largo plazo; la amígdala es responsable de almacenar y liberar traumas emocionales; el hipotálamo conecta con el sistema nervioso autónomo y la respuesta hormonal y la circunvolución del cíngulo que regula la presión arterial, la frecuencia cardiaca y la atención.
Las emociones y su control han representado también un tema interesante de analizar, debido a que influyen en conductas complejas en el ser humano como la motivación y el aprendizaje. Gracias a esta conexión estrecha entre el sistema olfativo y el límbico se explica los profundos efectos fisiológicos y psicológicos de los aceites esenciales por esta vía.