
12/08/2025
Nadie te enseña lo que se siente cuando los hijos crecen y ya no están todo el tiempo contigo...
No es solo el silencio de la casa sin ruido, es ese que se mete en el alma… cuando ya no te preguntan qué hacer, cuando ya no te piden consejos, cuando empiezan a hacer su vida sin ti.
Y tú sonríes, claro que sí.
Porque eso es lo que siempre quisiste: verlos volar.
Pero por dentro… algo se rompe.
Porque ser mamá de hijos grandes es diferente.
Es quedarse callada cuando ves que están cometiendo un error.
Es aguantarte las ganas de marcar cuando no contestan.
Es seguir queriendo sin meterte tanto.
Es mirar desde lejos, con el corazón apretado y las manos quietas.
A veces te cuentan sus cosas… pero muchas veces no.
Y tú haces como que no pasa nada.
Pero claro que duele.
Duele ya no estar en todo como antes.
Duele que ya no te necesiten tanto.
Y aun así, ahí estás.
Haciendo su comida favorita cuando vienen.
Ordenando fotos de cuando eran niños.
Rezando por ellos cada noche, con la esperanza de que estén bien.
Porque una madre nunca deja de cuidar.
Solo aprende a hacerlo en silencio.
Desde un rincón.
Desde una oración.
Y ese es un amor que nadie nota… pero que lo sostiene todo.
Mensaje final:
Ser mamá de un hijo adulto es entender que ya no eres lo más importante en su vida… pero seguir amándolo como si lo fueras.
Porque hay amores que no se acaban, solo aprenden a esperar en silencio.