03/03/2025
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EL SAGRADO CANTO ENTRE LOS DANZANTES CONCHEROS.
En cierta ocasión hablaba con algunos amigos acerca de la danza y nuestros cantos. Parecían bastante interesados, incluso podría decir fascinados. Al final me preguntaron varios detalles. Una pregunta me dejó un poco confundido: “¿Ustedes adoran a Dios o al diablo?” Recordé uno de tantos libros extraños y casi desconocidos, se llama Oraciones a Dios y al diablo; en él hay cantos, oraciones y sortilegios para ambos. Cuando comencé a acercarme a las ceremonias de los concheros, lo hice con mucha cautela y temor. Quizás, ahora lo sé, mi subconsciente se planteaba infundadamente la misma pregunta: ¿qué cantan?, ¿a quién le cantan?, ¿qué cosa cantan?, ¿qué cosa danzan?
LOS CONCHEROS.
La danza de los concheros es una manifestación pluricultural, un movimiento multiétnico, una resistencia indígena, rural y citadina. Una pluralidad ideológica, a la manera de los incontables pétalos del cempoaxúchitl. La danza de concheros durante siglos ha sido una discreta célula de guerrillas, una manera de seguir luchando sin arco y sin flecha, una sociedad discreta que guarda los secretos milenarios de muchas culturas entre las que sobresalen la gran chichimeca y la esforzada mexica, la misteriosa olmeca, la refinada tolteca, y por supuesto la invasora española. Ha sido una hermandad secreta donde confluyen muchos cultos; donde conviven, a veces con dificultades, varias tendencias ideológicas, filosóficas y sociológicas. La danza de concheros es un movimiento con muchos nombres y con muchas bifurcaciones. Es también una gama de normas sociales, morales, culturales. Es un abanico de formas de vida. Pero no es una religión, como muchos lo suponen. Es una tradición, una devoción, una obligación, que busca trabajar y desarrollarse con buena voluntad y corazón. La danza de concheros es un venero de costumbres que van de las tradicionales a las modernas; de donde emergen variantes y tendencias, que van desde las místicas hasta las prácticas, pasando por aquellos que se autodefinen como chamanes citadinos, curanderos urbanos, danzantes chimaleros o promotores de diversos aspectos de la cultura del Anáhuac. Así, la danza de concheros es un puente vivo y mágico de múltiples desembocaduras. La danza tradicional de los concheros es muestrario de disciplinas como poesía, canto, medicina, herbolaria, así como de temas diversos: temascales, remedios míticos milenarios, leyendas históricas, personajes, fundadores, protectores, benefactores, etcétera. Cada una de estas variantes tiene sus propias subdivisiones y puntos de vista.
LOS CONCHEROS, DANZANTES Y CANTORES.
Todos saben que los concheros danzan porque la danza es un ejercicio público y vistoso. En cambio, el canto es más íntimo y privado, aunque en la actualidad cobra mayor fuerza y abarca más espacio en el lapso ceremonial. El canto es uno de esos aspectos por demás interesantes. Se presume su permanencia intacta a lo largo de los siglos, aunque, al igual que la música, sufre la influencia de los diferentes tiempos y lugares donde se produce.
El canto dentro de la danza de concheros no se concede tregua: hay una permanente producción de cantos (que no de danzas) para explicar lo percibido dentro del espacio y tiempo ceremonial, aquello que circunda a los danzantes, a los concheros, a los compadritos. En los pueblos más tradicionales, existen grandes congregaciones de danzantes y cantores. La variedad de cantos es muy compleja; una producción literaria y musical en pleno auge. Entre las alabanzas pueden citarse los alabados y las pasiones. Por regla general son los jefes o capitanes de cada grupo quienes llevan la pauta en todos los aspectos que rodean al ritual conchero. Los cantos no podrían ser la excepción. Los jefes escriben, modifican e introducen la mayoría de tales creaciones al ritual, incrementando el ya de por sí amplio acervo con el que cuentan las congregaciones y mesas concheras. Si bien, las danzas se busca que permanezcan intactas, lo más fieles posible a lo antiguo, el canto actualmente persigue una renovación natural. Se exploran nuevas sonoridades musicales y se incorporan las metáforas y la retórica de los tiempos previos a la conquista española. Es decir, se busca conservar su esencia antigua. Por otra parte, aunque en la actualidad pierdan terreno las antiguas alabanzas de temas católicos, no puede negarse su importancia, a tal grado que muchas partes del ritual conchero contemporáneo no encontrarían explicación y lógica si no existieran estos bellos cantos.
LOS TOQUES MUSICALES DE LOS CONCHEROS.
Para la celebración de sus ritos los concheros cuentan con sones o toques de danza, melodías que se cantan, toques que se cantan y danzan. Hay también una serie de toques que no se danzan y que no se cantan: son sólo melodías que se ejecutan con fines específicos. El más importante de ellos es el “Llamamiento de ánimas” o “Pasión de Santa Teresa”, toque que antiguamente se punteaba en re, tradicionalmente con guitarra de co**ha de armadillo, acompañado también con co**ha. Ahora, por lo general, se puntea en mandolina, en tanto se sigue acompañando con co**ha, pero con los acordes de sol. Es conveniente destacar que la pasión, al igual que otros elementos de los ritos concheros, cuenta con una infinidad de variantes. A la pasión se le atribuyen los medios para que la fama y gloria de los antiguos jefes concheros sigan viniendo a las actuales velaciones. Por eso, el llamamiento se ejecuta antes de pedir permiso y se toca por la noche, ya que es el tiempo en que se llama a las ánimas. Algunos jefes, ejecutantes de las pasiones, aseguran que tocarlas al inicio de cada ceremonia es una manera efectiva de proteger a los danzantes contra cualquier incidente sobrenatural que pudiera presentarse. Es, en sus propias palabras, “una protección para la conformidad”. Hay otros toques también muy elaborados, no tan solemnes, se llaman toritos. Algunos imitan melodías de cantos rápidos o de conquista y de sones de danza. Otros, al parecer, son préstamos de otros tipos de sones regionales como los huastecos.
Los toritos no tienen un espacio definido dentro de la ceremonia conchera, por lo que se pueden ejecutar antes de empezar o durante el descanso, ya sea de la velación o la danza; también al principio o fin de un canto o danza. Algunos jefes aseguran que por medio de los toritos en otros tiempos los antiguos ejecutantes pugnaban o hacían maldad entre ellos, es decir servían para medir sus aptitudes. Otros nombres con los cuales se conoce a estos ejemplos son el de rapiditos o corriditos. Mediante estos toritos, literalmente se tiraba a los contrincantes, se les dejaba pegados a una silla, o se dañaba el instrumento del otro, según sustentan algunos relatos. Un tercer modo de toque musical son algunas melodías populares adoptadas o tomadas en préstamo. Tales ejemplos no forman parte del ritual conchero propiamente dicho, son para comprobar afinaciones y, por decirlo de algún modo, “calentar” antes de entrar en acción y pasar al trabajo. También son melodías que algunos tocan en los descansos o al término del rito y pretenden sólo mostrar las habilidades del ejecutante. Es prudente aclarar que este hábito parece haber comenzado en años inmediatos a la revolución, ya que algunos jefes interpretaban piezas de aquella época como La Marieta, La Adelita o Mi querido capitán, temas de algún modo ligados a la vida militar, muy parecida a la organización jerárquico-militar de los concheros. Otras piezas adoptadas son algunos sones populares, como Los enanos y La bruja, por citar algunos de los que ejecutan los concheros durante sus reuniones normales mientras descansan. Tales melodías tienen un acompañamiento de co**ha y punteado con requinto de mandolina.
Por su flexibilidad, los concheros permiten no pocas veces la introducción de otros instrumentos de cuerdas, como es el caso de la jarana huapanguera, similar en el número de cuerdas a la co**ha de armadillo. Y aun el del charango andino, cuyo sonido es totalmente divergente, aunque también tiene la co**ha del armadillo como caja de resonancia. La co**ha de armadillo, arma o cuenta es un instrumento en la actualidad vituperado por algunas de las nuevas corrientes, pero para los danzantes de tradición es un “arma sagrada”. Arma porque, para los batallones de indios “jareros y flecheros”, sustituyó a las armas verdaderas (arco, flecha y rodela) en esta versión de la “nueva guerra florida” en que vino a convertirse la danza ritual.
Cuenta, porque el número de sus cuerdas y trastos tiene que ver con los numerales calendáricos prehispánicos, al igual que el número de flores del Santo súchitl, máxima ofrenda floral de las congregaciones de danza. Clarín, pues con ella (al igual que con el caracol y la campanita) se convoca a reunión tanto a vivos como a mu***os. Además, la co**ha es lo que define a un danzante en relación al cargo que ostenta. Las co**has de armadillo son un medio por el cual se manifiestan las voces de los ancestros. Son personales, por ello no se prestan, ni se brincan, y quien la porta debe estar al frente de las columnas. Si se lastiman de alguna forma, se chiquean y ya no suenan.
Gabriel Hernández Ramos.
Licenciado en letras latinoamericanas. Jefe ya fallecido de la Mesa del Señor del Sacromonte, Amecameca, Estado de México.
El texto pertenece a:
Buenas noches Cruz Bendita… Música Ritual del Bajío.
INAH, CONACULTA 2012.