16/11/2025
Reflexión sobre el primer paso
Hoy quiero compartir una idea sencilla, pero que para muchos marca un antes y un después en su vida: la importancia de ser completamente honestos con nosotros mismos.
Hay momentos en los que uno se da cuenta de que aquello que parecía un hábito manejable, en realidad, ha ido tomando más espacio del que creíamos. Tal vez empezamos pensando que podíamos controlarlo, que lo dominábamos… pero con el tiempo descubrimos que era al revés. Que nuestras decisiones, nuestros estados de ánimo e incluso nuestros días enteros giraban alrededor de eso.
Reconocerlo no es nada sencillo. Durante mucho tiempo uno intenta justificar, minimizar o esconder lo que pasa. Pero llega un punto en que ya no se puede seguir huyendo. Y aunque aceptar la verdad puede ser doloroso, también es sorprendentemente liberador. Es como soltar un peso que uno cargó tanto tiempo sin darse cuenta.
Ese primer acto de sinceridad —mirar la realidad tal cual es, sin excusas— abre la puerta a algo nuevo. Es el amanecer después de una noche larga. Es darse la oportunidad de empezar distinto. No se trata de culpas ni de vergüenzas; se trata de tener el valor de ver dónde estamos realmente.
Porque nadie puede cambiar mientras siga creyendo que no hay problema. El verdadero comienzo es aceptar que, por uno mismo, ya no ha sido posible manejarlo. Y desde esa aceptación, nace la fuerza para buscar un camino nuevo, acompañado, sereno y posible.