18/10/2021
«La versión básica para tomar una decisión es la falsa referencia a la libertad de elección en la que (si tomamos el caso de fumar) mi conciencia de que puedo dejar de fumar cuando quiera garantiza que no lo haré nunca, pues la posibilidad de dejar de fumar es lo que bloquea el cambio; me permite aceptar seguir fumando sin mala conciencia, de manera que el dejar de fumar se halla constantemente presente en el mismísimo origen de seguir haciéndolo. Cuando ya no puedo tolerar la hipocresía de esta excusa permanente, el siguiente paso consiste en una inversión inmanente de esta postura: decido fumar y proclamo que este es el último ci******lo de mi vida, de manera que disfruto fumándolo con la plusvalía especial que proporciona saber que es mi último ci******lo..., y vuelvo a hacerlo una y otra vez, repitiendo sin cesar el final, el último ci******lo. El problema de esta solución es que solo funciona (es decir, solo genera plusvalía del goce) si cada vez que proclamo que este es mi último ci******lo creo sinceramente que lo es, de modo que esa estrategia también se viene abajo.
Haga lo que haga, resulta un error: ni las prohibiciones ni la permisividad funcionan, no hay salida, ningún compromiso placentero; y puesto que fumar ha sido el centro de su vida, incluso el hecho de fumar pierde su sentido, no tiene objeto. Así que, totalmente desesperado –sin que tampoco sea una gran decisióndeja de fumar... De esta manera, la salida surge de manera inesperada cuando acepto que la situación es totalmente desesperada. Y esta misma matriz debería también aplicarse a la perspectiva del cambio radical.
Así es como obtenemos una panoplia de estrategias que al final equivale a lo mismo, hasta que llegamos al «aceleracionismo» (el capitalismo se derrumbará a través de su exceso de desarrollo, por lo que hemos de participar en él hasta el final...). Solo cuando desesperamos y ya no sabemos qué hacer podemos llevar a cabo el cambio: tenemos que pasar por ese punto cero de desesperanza.»
Slavoj Zizek