02/06/2025
Uno de los hallazgos más reveladores de las investigaciones cientificas recientes en acupuntura es la alta variabilidad en la localización de los puntos entre distintos acupuntores.
A pesar de los esfuerzos por estandarizar la ubicación de los puntos mediante atlas, coordenadas anatómicas y protocolos clínicos, los estudios demuestran que los practicantes con experiencia rara vez coinciden con exactitud milimétrica.
Esta variabilidad, lejos de ser una falla, señala una realidad más profunda: el cuerpo no responde a una única coordenada fija, sino a la activación de zonas funcionales con propiedades energéticas compartidas, lo que da lugar al concepto de campo en acupuntura.
En lugar de pensar en los puntos como puntos fijos e inamovibles, la evidencia clínica y experimental sugiere que los efectos terapéuticos emergen de la estimulación de una región sensible o campo funcional, en el cual varios puntos cercanos pueden participar del efecto. Es decir, no es un punto, es un sistema. Esta visión es coherente con el enfoque energético de la medicina china tradicional, donde el Qi no se comporta como una corriente lineal, sino como un campo dinámico, influenciado por la intención, la técnica y la sensibilidad del paciente.
En este marco, la práctica clínica confirma que cuando un acupuntor estimula un punto con ligera desviación de la "ubicación oficial", los efectos terapéuticos no se pierden, y en muchos casos, incluso se potencian. Esto indica que la activación energética no es un fenómeno puntual, sino espacial, abarcando un conjunto de receptores que pueden activarse simultáneamente dentro de un área.
Desde esta comprensión, proponemos el concepto de campo receptivo (Quiroz-González et al., 2017; 2022): un area dentro de la cual existen multiples zonas activas que comparten función fisiológica y que pueden actuar de forma conjunta.
Al identificar varios puntos cercanos dentro de un mismo campo receptivo, es posible trazar entre ellos figuras geométricas simples (triángulos, cuadrados, hexágonos) cuya estimulación sincronizada genera un efecto de sumación espacial. Esta sumación no solo tiene un valor clínico en términos de intensidad terapéutica, sino también un valor simbólico y energético: las figuras geométricas actúan como patrones de orden que amplifican la coherencia del campo.
La geometría aplicada sobre puntos de acupuntura no es un recurso decorativo, sino un lenguaje de resonancia. Al distribuir agujas siguiendo patrones armónicos se activa una red de comunicación energética entre los puntos. Es factible, que el cuerpo responde mejor a estos patrones organizados que a estimulación aleatoria o aislada, donde adolece la sumación espacial.