10/09/2017
Considerada o desconsiderada, nada me acomoda para describirte, por doquier me acompañas estas tan aferrada a mi como yo a ti, mi mirada se nubla sin apreciar los matices, el ocaso tanto como el amanecer son obscuros, no logro apreciar sus coloridos reflejos, me parecen tan opacos entre nubes y montañas que a lo lejos puedo apreciar.
Tan solo susurras al oído sin expresar nada. Mientras reclamo a gritos, desaires e insultos; del porque sigues conmigo. No estoy en calma, mi cuerpo necesita del abrazo aquel, que tu desnuda crueldad evitará procures, por el detalle en la creación sincera que reviste tu esencia, facultad otorgada en virtud que te envuelve, implorando el nombre que posees.
Me haces temblar y sollozar, surcos se forman en este tejido que recubre mi rostro por las gotas con sabor salado que en su recorrido se abren paso hasta perderse en el abismo inevitable de mi faz, que su presencia obliga a mi voz quebrada a surgir de la nada impetrando palabras pausadas; del porqué de tu presencia. Que al escuchar mi voz desgarrada, se abre paso al génesis de la conciencia, reflexionando, comprendiendo aún estoy con vida.
Momento en el que se da muerte al que por mucho tiempo creí tu aliado leal, inherente, donde yo confundiendo por completo el mal impregnado a mi ser, de la que interpreté, tu noble causa.
Abro los ojos, soy yo el que está aquí, quien te acoge reconociendo en la razón, eres SOLEDAD, la que elijo, este presente desde el alfa al omega de la que es mi vida, otorgando en plenitud el valor del acompañamiento para que estés cerca de mi crecer, entendiendo cuan tan valiosa eres.
"José Luis Rodríguez Núñez"