
04/08/2025
Me frotaba el cuello con esponja, jabón, hasta limón…
Pensaba que era suciedad.
Que no me estaba lavando bien.
Pero no era eso.
Un día me miré al espejo y noté que la piel detrás del cuello estaba más oscura.
Parecía sucia, áspera, con una textura rara, como aterciopelada.
Me sentí avergonzada.
Pensé que los demás también lo notaban, pero nadie decía nada.
Empecé a tallarme con fuerza.
Crema, exfoliante, remedios caseros…
Nada funcionaba.
Hasta que, en una consulta, escuché por primera vez el nombre:
Acantosis nigricans.
—
Un trastorno en la piel que va mucho más allá de lo estético.
Esa mancha oscura no era suciedad.
Era un síntoma de alerta.
Una señal de que algo en mi cuerpo no andaba bien.
El médico me explicó que está relacionada con la resistencia a la insulina,
que muchas veces aparece en personas con sobrepeso,
con trastornos hormonales, o incluso como aviso previo a una diabetes tipo 2.
Y entonces entendí todo:
ese cansancio constante,
ese antojo incontrolable por lo dulce,
esa piel oscura que intentaba decirme algo…
todo tenía sentido.
—
No es solo una mancha.
Es tu cuerpo gritando que necesita ayuda.
Ahora estoy en tratamiento.
Aprendiendo a cuidar mi alimentación, mi salud hormonal, mi estilo de vida.
Y lo más importante:
dejé de avergonzarme y empecé a escucharme.
—
Advertencia: Si notas manchas oscuras, engrosadas, en el cuello, axilas o ingle… no lo ignores.
Consulta con un profesional.
Porque a veces lo que creemos que es “solo piel”,
es en realidad un reflejo de lo que pasa dentro de nosotros.