23/11/2025
La deflexiónn en psicoterapia gestalt
La deflexión, desde una mirada gestáltica, es un mecanismo de evitación del contacto que opera casi de forma imperceptible. No rechaza la experiencia de manera frontal; simplemente la desvía. Es el gesto mínimo con el que la psique se protege del impacto emocional: una risa cuando algo duele, un comentario ligero ante una verdad incómoda, un cambio abrupto de tema justo cuando la conversación toca una fibra profunda. La deflexión disminuye la intensidad de la experiencia y disuelve el “aquí y ahora”, impidiendo que la persona se encuentre con lo que realmente está sintiendo.
Pero más allá de la teoría, la deflexión revela una verdad humana: a veces no sabemos sostener lo que emerge dentro. Hay emociones que queman, recuerdos que incomodan, verdades que amenazan el equilibrio que creemos tener. Por eso desviamos la mirada, por eso llenamos silencios con palabras o humor, por eso evitamos quedarnos quietos ante lo que podría transformarnos. No porque seamos débiles, sino porque no hemos aprendido o no nos hemos permitido habitar plenamente la experiencia emocional.
El problema es que, cuando la deflexión se vuelve hábito, se convierte en una forma de vida: relaciones superficiales, conversaciones que nunca llegan al fondo, cuerpos que no registran lo que sienten, corazones entrenados para no exponerse. Se paga un precio alto por evitar la intensidad: se pierde autenticidad, conexión y presencia.
La salida no es forzar la vulnerabilidad, sino cultivarla con honestidad. Notar cuándo desviamos, cuándo aligeramos, cuándo evitamos sentir. Hacer pequeñas pausas para ver dentro de la experiencia y permitirnos sentir un poco más, sin colapsar. Es un trabajo de precisión interna.
Porque a veces el mayor acto terapéutico es detener ese movimiento automático de evasión y permitir que la emoción llegue. Mirarla sin prisa. Sentirla sin miedo. Y descubrir que, en lugar de destruirnos, puede devolvernos a nosotros mismos.