
21/07/2025
No está probando tu paciencia… él desobedece porque no sabe cómo parar.
Sientes que tu hijo adolescente está buscando arruinarte el día.
Que te reta a propósito.
Que todo el tiempo busca enojarte, desobedecer o desafiar.
Pero en realidad, lo que está buscando es esto:
👉 Saber si puede confiar en ti como figura firme.
👉 Saber si tus palabras se sostienen.
👉 Saber si hay estructura real… o solo gritos al azar.
Los adolescentes desafían por una razón muy profunda:
probar hasta dónde pueden llegar.
Y si tú no marcas un rumbo claro con coherencia, sentido común y sin desbordarte ellos lo marcarán a su manera.
Y muchas veces, esa manera termina en rebeldía, gritos, distancia o dolor.
El liderazgo es marcar el camino.
Si no sabes a dónde vas, nadie te seguirá…
y todos se perderán contigo.
Educar no es gritar.
Educar es guiar.
Y guiar requiere estructura, claridad y constancia.
Ejemplo real:
Francisco, padre de un chico de 13 años, decía:
“Estoy agotado. Le hablo y se burla.
Lo castigo y se ríe.
Le quito el celular… y ni le importa.”
Cuando revisamos su rutina, descubrimos lo evidente:
no había rumbo claro.
🔸 Las reglas cambiaban según su estado de ánimo.
🔸 Un día lo castigaba, al otro lo premiaba.
🔸 Había castigo… pero sin enseñanza.
Implementó 3 cosas simples:
1. Estableció reglas claras y visibles.
2. Explicó la razón de cada norma.
3. Sostuvo las consecuencias sin gritar.
📌 Resultado:
Su hijo dejó de burlarse.
Comenzó a anticipar qué podía y qué no.
Y por primera vez en años, Francisco no necesitó gritar.
Consejo práctico:
Si tu hijo está desobedeciendo o burlándose de tus reglas, pregúntate:
🔹 ¿Él sabe claramente cuáles son?
🔹 ¿Tú las estás sosteniendo con coherencia?
🔹 ¿Las consecuencias se aplican con firmeza… o con amenazas vacías?
🧩 Comienza con este paso:
Anota 3 normas innegociables en casa.
Hazlas visibles.
Aplica consecuencias reales y estables cada vez que se rompan.
📌 Ejemplo:
Norma: “No se insulta a nadie en esta casa.”
Consecuencia: “Si insultas, pierdes el espacio social (TV, celular, consola) por 12 horas.”
No discutas.
No expliques mil veces.
Solo cumple.
Pon un rumbo claro.
Porque cuando no hay dirección, el adolescente se desborda.
Y cuando se desborda…
te pone a prueba una y otra vez… hasta que tú te rompes.
Gritas.
Pierdes la paciencia, la coherencia…
y con ella, tu autoridad.
Tu autoridad no está en tus gritos,
sino en tu capacidad de sostener con sentido lo que enseñas.
📍 Marcar el rumbo lo vuelve fuerte.
📍 Lo vuelve seguro.
📍 Y, sobre todo, le da una dirección clara para entender hasta dónde puede llegar… y hasta dónde no.