21/10/2025
¿Cómo escribir mal? [Blog]
—
Si algo he podido hacer por mi salud mental —antes de ser psicólogo y aún siéndolo— es escribir.
Se convirtió en mi propio método de catarsis, una forma de desahogo con acceso inmediato, que sólo exige dos cosas: pensar y escribir lo que pensamos.
Escribo este texto, informal a propósito, con una sola finalidad: exponerme ante mi audiencia, porque siento que merece esta explicación.
Soy un mal escritor. Lo he sido toda mi vida académica.
Y admitirlo me da paz, porque me permite romper con el perfeccionismo que tantos colegas esconden. Hay tanto que no sabemos, y tanto que presumimos saber, que el ego —esa forma de no mostrarnos débiles— se disfraza detrás de una coraza de superioridad.
El problema con mi escritura comenzó con la auditoría de mi gran madre.
Aunque no tiene culpa, fue consecuencia de la presión por mi “letra fea”.
Menos mal que en este documento se entiende lo que escribo.
Escribir mal se ha vuelto un placer: una libertad. La libertad de no sufrir por las comas, los puntos o las pausas. Estoy seguro de que mi profesora estaría avergonzada de este texto… Lo interesante es que no tengo intención alguna de cambiarlo.
No me interesa saber si soy un buen o un pésimo escritor.
Escribir me salvó. Me cambió la vida entera.
A través de la escritura regulé mis emociones, hablé de mis sueños, formulé mis propias teorías, y convertí mis pensamientos en tinta sobre papel.
Mi salud mental estuvo escrita durante años en los cuadernos, y sigue estando ahí.
Quizá lo mejor fue no tener que mostrarle a nadie lo que escribía —ni cómo lo hacía—.
Permitir que mi pluma fuera libre, que dijera lo que alcanzaba a traducir de mi mente al cuaderno.
Nada de lo que escribía era una amenaza: era yo mismo pasándome a limpio, observando, analizando y tratando de darle sentido a mi desobediente redacción.
Gracias por leerme,
— Carlos