23/07/2025
—“¿Y eso qué es?”
—“Una chamarra… para ti.”
—“¡Pero yo quería una bici!”
Ese día grité.
Lancé el regalo al suelo, salí corriendo al cuarto y azoté la puerta.
Papá no dijo nada.
Solo recogió la chaqueta y la dobló en silencio.
Tenía 10 años y creía que el amor se medía en juguetes.
Creía que si no me daban lo que pedía, no me querían.
Lo entendí 20 años después…
Una tarde fría, cuando vi una foto vieja:
Papá usando la misma ropa de siempre.
Yo, abrigado… con la chamarra que tanto desprecié.
Entonces lo vi claro:
Ese día no me regaló lo que quería…
me dio lo que necesitaba.
Me protegió del frío, aunque él saliera sin su suéter.
Me enseñó a resistir, aunque yo no supiera que era una lección.
Y hoy que no está…
no me duele la bicicleta que no tuve.
Me duele el abrazo que no le di.
La gratitud que callé.
La injusticia de haber juzgado su amor por el precio de un regalo.
Porque algunos regalos no se envuelven en papel…
se entregan con sacrificio.
Y uno no lo entiende…
hasta que ya es tarde.