13/12/2024
EL ASESINO SILENCIOSO DE LOS PARAMÉDICOS: QUÉ PASA DESPUÉS DE QUE LAS SIRENAS PAREN
¿Alguna vez te has preguntado qué le pasa al cuerpo de un paramédico después de años de apresurarse en el caos, levantar pacientes y luchar para salvar vidas en situaciones imposibles? Déjame decirte que no se retira con gracia.
Las rodillas que se doblaron bajo camillas durante décadas gritan de dolor. Las espaldas se dan por levantar, retorcerse y doblarse sin fin, a menudo con poco respeto por la postura adecuada cuando los segundos significaban la diferencia entre la vida y la muerte. Los hombros están desgastados hasta el hueso, literalmente. Y esas no son las peores cicatrices.
Las noches de insomnio, los vertederos de adrenalina interminables, y el trauma presenciado, no desaparecen sin más. Se sientan pesados en tu pecho mucho después de colgar tu uniforme. La ansiedad no se apaga. Los flashbacks todavía golpean.
Muchos paramédicos no disfrutan de la jubilación. La carrera devora sus cuerpos y mentes tanto que para cuando puedan descansar, ya es demasiado tarde. Algunos nunca viven lo suficiente como para gastar la pensión que ganaron. Otros pasan sus años dorados en consultorios médicos, en mesas de operación o en terapia física tratando de arreglar lo que no se podía evitar.
No es solo un trabajo. Es un sacrificio, uno que no termina cuando lo hace el último turno.
Así que si conoces a un paramédico, dales las gracias. Si eres uno, cuídate mientras puedas. Porque este trabajo puede salvar vidas, pero toma pedazos de ti a cambio.