23/07/2025
🦷 Retiramos un implante… en lugar de colocarlo.
Sí, así como suena. Un implante que, radiograficamente, estaba contaminado y se ha perdido. El paciente no acudía a sus revisiones, presentaba una higiene oral muy deficiente, y sin embargo… este implante llevaba 15 años funcionando.
Fue colocado con los protocolos y conexiones disponibles entonces: una OPG (radiografía panorámica), una plantilla posicionada sobre la imagen como guía, y una corona de metal-cerámica. Tecnología muy diferente a la que usamos hoy.
¿Es esto un fracaso? Depende de cómo lo miremos.
Durante 15 años, el paciente masticó, habló y vivió con total normalidad. Ahora, cuando ocurre la pérdida, la reacción habitual es comprensible: “¿Cómo me ha fallado el implante? Me costó mucho dinero.”
Y sí, lo entiendo. Pero pongámoslo en perspectiva.
Digamos que ese implante costó 1.500€ hace 15 años. Eso equivale a 100€ al año. Unos 8,33€ al mes. Menos que una suscripción a Netflix.
Y a diferencia de Netflix, este implante ha estado "funcionando" 24 horas al día, los 365 días del año, durante 15 años. ¿Realmente ha fallado?
Pensemos en un coche: ¿cuántos vehículos pueden pasar 15 años sin una sola reparación que supere los 100€ anuales? Y aún así, el precio de un coche es mucho más alto que el de un implante.
Así que quizás no estamos ante un fracaso, sino ante el final de un ciclo que, si lo miramos con objetividad, ha sido bastante exitoso.
📸 Margarita Cubías Rosas