31/05/2025
La nueva versión de Lilo y Stitch nos invita a mirar con nuevos ojos una historia que, aunque parece sencilla, toca fibras muy profundas del ser humano: el abandono, la pertenencia y la capacidad de sanar a través del amor.
Lilo representa a esa niña herida que vive con la sensación de no encajar, de no ser “suficiente” para los demás. Su conducta desafiante no es más que una forma de decir: “¿Alguien ve mi dolor?”. Stitch, por su parte, simboliza a ese “monstruo interno” que muchas personas cargan: impulsivo, incomprendido, lleno de miedo… pero que puede transformarse cuando se siente amado y aceptado.
La película nos recuerda que no hay vínculo más reparador que aquel donde somos vistos, incluso en nuestros momentos más difíciles, y donde se nos da la oportunidad de aprender a amar desde la imperfección.
Lilo no “cura” a Stitch, ni Stitch “salva” a Lilo. Ambos se acompañan, se transforman juntos. Y eso es la esencia de la familia emocional: no la que nos toca, sino la que se elige día a día, desde el compromiso y la presencia.
💬 ¿Con quién formas tu Ohana emocional?
🧠 ¿Qué parte de ti necesita ser aceptada como Stitch?