
26/05/2025
El límite se sostiene con amor, no con distancia.
Tip práctico:
Después de corregir o aplicar una consecuencia, haz un gesto de afecto intencional:
un abrazo corto, una caricia en la cabeza, una frase como:
“Aunque me enoje, siempre estoy contigo.”
Esto ayuda al niño a integrar el límite sin sentir que el vínculo se rompió.
Ejemplo real:
Verónica había corregido con firmeza a su hijo por desobedecer una regla importante.
Él se fue a su cuarto, avergonzado.
Minutos después, ella entró, se sentó junto a él, y dijo:
“Lo que hiciste no estuvo bien. Pero yo sigo aquí. Y te sigo queriendo igual.”
Él no respondió con palabras.
Solo apoyó la cabeza en su brazo.
Eso fue suficiente.
Cuando un niño recibe corrección y afecto en la misma interacción, su cerebro aprende sin miedo, y se consolida la seguridad emocional.
Esto fortalece el apego y la cooperación a largo plazo.
El límite enseña. El afecto lo graba con amor.
Porque lo que queda después del regaño… también educa.