
20/09/2025
Muchos padres creen que educar es solo corregir al hijo con gritos o castigos. Pero la pregunta es: ¿qué aprende tu hijo realmente de esa conducta?
Aprende lo que observa, no lo que escuchó en un sermón.
Marshall Rosenberg, creador de la Comunicación No Violenta (CNV), mostró que expresarnos desde lo que sentimos y necesitamos abre la puerta a una relación más respetuosa. Desde el análisis funcional de la conducta, diríamos que:
Los gritos son un modelo que los hijos imitan (aprendizaje vicario).
El silencio o la evasión son también un modelo: enseñan a evitar el conflicto, no a resolverlo.
Lo que haces frente al enojo, tu hijo lo registra como conducta disponible para él en el futuro.
La conducta de los hijos no surge del vacío: se moldea a través de la imitación, el reforzamiento y las contingencias en casa.
Ejemplos Clínicos:
Situación: Hijo llega tarde.
Padre responde con gritos: “¡Eres un irresponsable!”
Conducta parental: ataque verbal.
Efecto inmediato: descarga emocional del padre (reforzamiento negativo: baja su tensión).
Efecto a largo plazo: el hijo aprende que el enojo se expresa con gritos o que callar es más seguro.
Alternativa conductual (adaptando CNV):
1. Identificar tu emoción → autorreporte conductual: “Me siento frustrado y preocupado.”
2. Nombrar la necesidad/regla → contingencia explícita: “Necesito que respetes la hora de llegada.”
3. Plantear acción conjunta → modelado + contrato conductual: “Hablemos de cómo organizarte para llegar a tiempo.”
4. Establecer consecuencia lógica → ajuste en el ambiente: “Si llegas tarde sin avisar, perderás el permiso el próximo fin de semana; si cumples, mantienes tu libertad.”
Esto no es “blandura”: es usar el modelado, el reforzamiento positivo y consecuencias claras en lugar de gritos que solo enseñan violencia.
Aprendizaje vicario negativo:
“Mi mamá nunca decía que estaba cansada o triste. Solo gritaba y decía cosas hirientes. Yo crecí aprendiendo que sentir era un problema. Hoy me cuesta expresar lo que siento sin enojarme.” (Natalia, 27 años)
La madre modeló la evitación emocional y la agresión como única forma de expresión. El aprendizaje de la hija fue una generalización disfuncional de ese patrón.
Si gritas, modelas gritos.
Si callas, modelas evitación.
Si golpeas, modelas violencia.
Si hablas con claridad, modelas comunicación efectiva.
En palabras conductuales:
tu hijo discrimina, imita y reproduce lo que observa de ti.
El ejemplo más poderoso no está en lo que ordenas, sino en cómo manejas tu propia conducta frente al malestar.
Un padre que aprende a expresar sus emociones de forma funcional es un padre que educa con reforzamiento positivo y modelado, no con castigo ciego.
Tus hijos no aprenden de tus sermones, aprenden de tu conducta. Educar no es gritar: es modelar.