
19/06/2025
Hoy tuve la oportunidad de compartir con jóvenes de preparatoria un espacio para conversar sobre la importancia de hablar de lo que sentimos. Temas que muchas veces se consideran difíciles, incómodos o que preferimos evitar… pero que están ahí, presentes en la vida de muchos adolescentes.
Escucharlos, ver sus rostros atentos, sus preguntas sinceras, me recordó por qué es tan necesario abrir estos espacios: porque los jóvenes también sienten profundo, atraviesan pérdidas, cargan silencios, y muchas veces no saben a quién acudir.
Hablar de salud mental no es solo prevención, es también un acto de empatía, de validación y de acompañamiento. Que cada joven sepa que no está solo, que lo que siente tiene un nombre, y que pedir ayuda no es debilidad, sino valentía.
Gracias por dejarme sembrar esta semilla.
Que nunca nos falten espacios seguros para hablar de lo que sentimos.